Jardines de Alfabia en Mallorca. / / GETTY

royals de visita sorpresa

El secreto de los Jardines de Alfàbia, el espectacular escenario que ha elegido la reina Letizia para el posado de la familia real en Mallorca

Los reyes Letizia y Felipe han recorrido con sus hijas, Leonor y Sofía, los Jardines de Alfàbia, que son Patrimonio Inmaterial de la Humanidad desde 2011.

Cada año, los reyes Felipe y Letizia, acompañados por sus dos hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía, realizan un posado con motivo de su estancia en Marivent. Un periodo vacacional en el que el rey cumple con distintas obligaciones institucionales, pero también de descanso en el que, además, el monarca aprovecha para disfrutar de uno de sus deportes favoritos, la vela. Al igual que su padre, el rey emérito, que este año ha coincidido con él en la distancia, en Sanxenxo, donde está pasando unos días en casa de su gran amigo Pedro Campos.

Este año el lugar elegido por don Felipe y doña Letizia para este encuentro con la prensa no puede ser más espectacular, los Jardines de Alfàbia, situados en Bunyola, en el kilómetro 17 de la carretera de Palma a Sóller, en la sierra de Tramuntana. La singularidad y belleza de este emplazamiento radica en su historia y cómo fue evolucionando para adaptarse a los gustos imperantes en cada época.

Para conocer bien su historia y entender la relevancia de los Jardines de Alfàbia, nos tenemos que remontar a la ocupación musulmana de la isla, cuando nació esta tipología de jardín tan propia de Mallorca que en este caso alcanza una expresión máxima de su singularidad. Su excepcionalidad es tal que es Patrimonio Inmaterial de la Unesco desde 2011.

Isabel II quedó fascinada con su visita, al igual que su cronista real

En el libro Crónica del viaje de Sus Majestades y Altezas Reales a las Islas Baleares y Aragón, Antonio Flores, cronista de la reina Isabel II, que visitó Alfàbia en el año 1860, subrayaba su belleza con palabras muy evocadoras. «La entrada a la quinta de Alfàbia es suntuosa, pero la salida por la parte opuesta es una maravilla. Entrar en la casa que es de regulares dimensiones, atravesar sus principales salas, que están corridas y asomarse a la galería que se extiende alrededor del jardín, es quedar absorto y suspenso entre el panorama más variado y más bello que pueda soñar la imaginación humana».

Los reyes y sus hijas en los jardines de Alfèbia / limited pictures

Y añadía: «A pesar de que la pintoresca sierra de Alfàbia se anuncia antes de llegar a la quinta, todavía sorprende que a espaldas de aquél edificio se oculte una naturaleza tan bella y caprichosa. Parece que la naturaleza y el arte son obras de una sola mano. No se sabe dónde acaba el jardín y dónde empieza la montaña, ésta y aquél parecen una misma».

Jardines de Alfabia. / INSTAGRAM

Precisamente con motivo de la visita de la reina Isabel II, se generó el espacio denominado El Jardinet de la Reina. Esta parte de los jardines se acondicionó al estilo imperante en el paisajismo inglés de la época, donde primaban la frondosidad y el romanticismo. Como curiosidad, se sigue manteniendo el libro de contabilidad de la propiedad, en la que aparecen las partidas presupuestarias que se dedicaron a esta finalidad.

El origen de los Jardines de Alfàbia está en explotaciones agrícolas dispuestas en terrazas y dedicadas, en líneas generales, al cultivo de cítricos y frutales. Posteriormente, en el periodo renacentista, estos jardines alcanzaron una mayor cota de suntuosidad al pasar a manos de familias nobles que se esmeraron no solo en su disposición sino también en su conservación. Ese periplo echa sus raíces en la conquista de las Baleares de manos de Jaime I el Conquistador, que otorgó la finca a su tío Nuño de Rosellón. Este se la vendió posteriormente a la familia Ben-Abet y, tras pasar por diferentes manos, recaló en la familia Zaforzeta, propietaria actual de la finca.

En el siglo XVIII se realizó una reforma espectacular y una preciosa fachada barroca

Al igual que los jardines, también la casa familiar, que se construyó en el siglo XV, ha evolucionado con el paso del tiempo y se le fueron añadiendo mejoras. En el XVII se construyó un ala posterior y la fachada, del XVIII, es de estilo barroco, fruto de la mayor reforma de la propiedad hasta entonces, aunque los vestigios de etapas anteriores tienen un enorme valor histórico y artístico.

El artesonado, que es obra de artistas almohades, se construyó en 1170, en madera de pino y encina, con incrustaciones que forman delicados arabescos. Para dejar constancia de ese periodo, en la parte inferior se encuentran los escudos de las familias árabes que vivieron en la finca. Junto al de Ben-Abet, del siglo XIII, nos encontramos las barras del reino de Aragón. En el friso podemos leer: «Alá es grande. El poder es de Alá. No hay más Dios que Alá».

Respecto al interior de la casa también debemos ponderar la belleza de la planta baja, donde están, entre otras, la Sala Gran, con un arrimadillo con imágenes de Palma y otros pueblos. También la Sala de l'alcova, cuyas pareces aparecen recubiertas por un damasco amarillo y donde destaca un portal rococó, la Sala de la cadira, repleta de grabados, instrumentos musicales y bustos neoclásicos, y por último, el comedor, con sus paredes recubiertas de delicada tela pintada.

Los jardines, en la parte trasera del edificio, son una delicia para pasear y en ellos destaca un aljibe cubierto por una bóveda de medio cañón y una pérgola con 72 columnas y 24 hidras de piedra, entre las que se intercalan surtidores cuya agua desemboca desde una pendiente en un huerto de naranjos. Además, en el XIX se añadió un jardín paisajista en el que destaca un lago repleto de nenúfares, festoneado por bambúes y palmeras.

Jardines de Alfabia. / / instagram

Para los que quieran visitar estos jardines, debemos señalar que el precio de la entrada general son 8 euros (más allá de los descuentos pertinentes para distintos colectivos). Están abiertos de nueve y media de la mañana hasta las ocho y media de la tarde. Y quienes deseen, si se nos permite el cliché, festejar algún acontecimiento, en un marco incomparable, pueden hacerlo si así lo solicitan. Bodas, bautizos, comuniones y otros festejos son organizados para convertirlos en una jornada inolvidable.