LA MARQUESA VA POR SU CARRIL
LA MARQUESA VA POR SU CARRIL
El matrimonio formado por Tamara Falcó e Íñigo Onieva ha superado su primer semestre de vida sin que haya trascendido problema de pareja alguno. Isabel Preysler, maestra en lo que a convivencia marital se refiere, sentenció así: «No lo pueden llevar mejor. Ahora, claro, están al principio...». Dice bien, pues en esta primera etapa nada molesta. Puestas las gafas del amor, todo tiene su lógica. Hasta la particular manera en la que los Onieva Falcó llegan al aeropuerto.
En estos seis primeros meses de convivencia, la pareja de recién casados ha vivido más fuera de España que dentro de su flamante nueva casa. De hecho, ha pisado más aeropuertos en medio año que muchos españoles en toda su vida. La terminal parece ser el lugar natural de estos enamorados viajeros, protagonistas de una luna de miel extendida que les ha llevado a Zambia, Tahití o París.
a por todas en la pequeña pantalla
La última parada de la historia de amor itinerante de Tamara e Íñigo les condujo, la semana pasada, a Londres, donde la hija famosa de la famosa Isabel Preysler celebró su 42 cumpleaños. Tamara cumplió el 20 de noviembre y lo celebró con una comida en el exclusivo restaurante 5 Hertford Street, situado en el lujoso barrio de Mayfair. Favorito de George Clooney, Mick Jagger, Leonardo DiCaprio o Harry Styles, sin ir más lejos.
Fue a su vuelta, tras aterriza en el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, cuando se produjo la anécdota que retrata a la perfección la realidad del ajuste entre estos eternos novios y residentes del lujo. No podemos olvidar la distancia que separa a Tamara e Íñigo: muchos kilómetros en términos de relevancia pública, gracias al trabajo de la chef e influencer en la televisión y a ser la hija más mediática de Isabel Preysler y el ya fallecido marqués de Griñón.
Inevitablemente, llega el tiempo de los ajustes en la bonita pareja que forman Tamara e Íñigo, a punto ya de aterrizar en la cruda realidad de su rutina en Madrid. Tras las Navidades, les tocará hacer frente a la vida en tierra firme, sobre todo, si quieren llevar adelante los distintos proyectos laborales que ambos ya incuban y el muy trascendente deseo de ampliar la familia. Ya tienen, además, su casa lista, ese ático que la marquesa de Griñón criticó provocando las iras del arquitecto minimalista de los famosos, Joaquín Torres.
De momento, a Tamara Falcó le sobran compromisos profesionales, entre apariciones televisivas, proyectos de moda y contratos promocionales con marcas. No sucede lo mismo con Íñigo Onieva, cuya carrera no parece despegar.
No debe ser fácil seguir el tren de vida de la marquesa de Griñón con unos ingresos limitados, aunque sin duda puede contar con el apoyo económico de su madre, empresaria de gran éxito. La brecha económica, aunque importante, no es lo más insalvable entre Falcó y Onieva.
Se comprobó, como decíamos, en su aterrizaje en Madrid, cuando Tamara Falcó hizo uso del servicio 'premium' que el aeropuerto pone al servicio de sus VIPs, y fue directamente de la pista a su coche, sin pasar por controles ni llevar maletas. Se trata de una posibilidad a la que cualquiera puede acceder, pagando alrededor de 500 euros. Íñigo Onieva sin embargo, tuvo que hacer la ruta del común de los mortales: 'finger', pasillos interminables, espera en la cinta y, por fin, al coche de Tamara.
Ha habido mucha sorpresa por esta curiosa manera de aterrizar de los recién casados, nada romántica por otra parte. Para muchos, ha sido un baño de realidad para Íñigo Onieva, cuyo estatus está lejos de asemejarse al de la marquesa de Griñón y famosa desde la infancia. La brecha económica entre Tamara y su ya marido ha sido objeto de comentarios y análisis, pero puede que no sea estrictamente económica la razón de esta segregación de privilegios.
Evidentemente, lo romántico hubiera sido que Tamara Falcó acompañara a su marido en el tedioso desembarco de los comunes. O, mejor aún, que hubiera pagado para que su amor tuviera el mismo acceso que ella a los privilegios de ser marquesa rica. Sin embargo, puede que la hija de Isabel Preysler no estuviera pensando en romanticismos a su llegada a Madrid, sino en los paparazzi y sus pesadísimas preguntas. Últimamente solo es una: si ya está embarazada.
Cualquier mujer se volvería loca si tuviera que informar día tras día sobre la evolución de su proceso de concepción. Por algún motivo, Tamara Falcó no quiso proteger este aspecto de su intimidad y enseguida compartió sus deseos de maternidad y tratamientos de fertilidad para ello, con lo que ahora tiene difícil esquivar la atención acerca de su esperado embarazo.
Además de las preguntas de los periodistas, la marquesa de Griñón preferirá sin duda esquivar fotógrafos y cámaras, no solo profesionales, sino las de los mismos turistas que atiborran los aeropuertos cada día. Debe ser un trago estar en la cinta y que todo el mundo te haga fotos disimuladamente o sin disimular. O que te pidan posar. Por algo las ricas de verdad ya no viajan en líneas comerciales, sino en jets privados.
Los embarques y desembarques por zona VIP y en terminales privadas son la manera en la que los aeropuertos ofrecen un servicio 'premium' a los pasajeros de las líneas aéreas, sin duda la opción más económica y sostenible para viajar. Es comprensible que Tamara Falcó lo utilice, pero no tanto que Íñigo Onieva no pueda acompañarla. ¿Quizá se ofreció el marqués consorte de Griñón a proteger la salida de Tamara saliendo por la puerta de acceso público? Probablemente. Si esto ha sido así, punto para Onieva.
No perdamos de vista este papel de protector 'guarda de corps' que Íñigo Onieva, lógicamente, ejerce al respecto de Tamara Falcó. Quizá su destino pase por acomodarse al inevitable papel secundario que cualquier pareja de mujer híper famosa ha de tener. Puede que lo más importante que pueda hacer en lo profesional sea convertirse en su persona de confianza, su agente y su gestor de agenda. Uno más en el equipo Tamara.