Por qué Steffi Graf sí que es la mejor jugadora de tenis de la historia por encima de Rafa Nadal (y no es la única)

Steffi Graf sigue teniendo más títulos de Grand Slam que Rafa Nadal, como Margaret Court y Serena Williams. Pero, además, su huella en la cultura pop de los 90 es insuperable.

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Elena de los Ríos
Elena de los Ríos

La agónica victoria de Rafa Nadal en el Open de Australia desató el entusiasmo de los fans del deporte, no solo por un marcador ajustado y la emoción que provoca cada remontada del mallorquín, sino por su incontestable récord. Se acaba de convertir en el tenista masculino con más títulos de la historia, con 21 Grand Slam. Le aclaman como el mejor tenista de la historia y, como toda valoración, es algo que se puede discutir con placer hasta el infinito. Sin embargo, si nos atenemos a los números, tres mujeres le superan en su gesta en pos de los títulos.

La tenista australiana Margaret Court posee 24 títulos y la estadounidense Serena Williams, ya de salida en la élite del ranking femenino, tiene 23. Sin embargo, la tenista que le eclipsa decididamente es la alemana Steffi Graf, con un título más que Nadal y, además, con un Golden Slam en su haber: la alemana ganó los cuatro grandes del Grand Slam (Open de Australia, Roland Garros, Wimbledon y el Open USA) y la medalla de oro olímpica en un mismo año. Fue en 1988, a los 19 años. Ningún tenista, masculino o femenino, ha logrado la misma gesta.

La llegada de Steffi Graf al circuito lo cambió todo, allá a principios de los años 80. Rompió con la era dominada por Martina Navratilova y Chris Evert y, junto a Boris Becker, inauguró la era dorada del tenis alemán, caracterizada por una potencia de los golpes fulminante. Graf y Becker eran verdaderas apisonadoras. «La derecha de Graf da miedo», aseguraban los comentaristas de la época. Su revés también era letal. De hecho, como atleta era potentísima.

Probablemente la mejor entrada de la época: incansable, precisa, calculadora. Una metáfora andante de la propia fiabilidad alemana. Sin embargo, su leyenda no sería la misma si no hubiera acompañado a su talento deportivo con una marcada personalidad, en las antípodas de muchas de sus competidoras. En 1999, en una final de Roland Garros frente a Martina Hingis, cansada de las tretas para ralentizar el ritmo del partido, le pidió al árbitro: «¿Podemos sencillamente concentrarnos en jugar al tenis?

Dos acontecimientos totalmente fuera de su control hicieron que su popularidad trascendiera la excelencia deportiva, para convertirla en un icono pop. El primero fue su gigantesca rivalidad con la tenista yugoslava Mónica Seles, que añadió un plus de dramatismo al tenis femenino de la época. La emoción de sus partidos a cara de perro terminó en tragedia: en abril de 1993, un fan de Steffi Graf apuñaló a Seles mientras descansaba en su silla entre punto y punto del Torneo de Hamburgo: le infringió un corte de solo tres centímetros, pero la herida psicológica fue incalculable. Pretendía sacar de la circulación a la número uno del mundo que, de hecho, ya estaba en condiciones de enviar a la jubilación a Graf. Esta jamás habría logrado su Golden Slam si Seles hubiera seguido activa: acumulaba 32 títulos del circuito y llevaba nada menos que 178 semanas al frente del ranking mundial, desde que con 17 años, en 1991, la relevara por primera vez. Steffi Graf llevaba en lo más alto desde 1987.

Los últimos años de la carrera de Steffi Graf estuvieron marcados por su padre, Peter Graf, administrador de su fortuna. En agosto de 1995 ingresó en prisión por haber evadido al fisco alemán 21 millones de euros. Su mujer se divorció de él y sus hijos prácticamente le dejaron de hablar. Tras la retirada de Seles, Graf tuvo otras rivales superlativas, como Gabriela Sabatini o Arantxa Sánchez Vicario, pero a los 30 decidió dejar las pistas: «Ya no me divierto», explicó, decidida a no estirar el chicle como Navratilova y, así, proteger la memoria de su legado. Era la número tres del ranking, la mejor posición en la que una jugadora se ha retirado.

No es casualidad que en ese mismo año, 1999, Steffi Graf conociera a André Agassi, con el que inició un romance que les convertiría en la pareja dorada del tenis mundial Él acababa de divorciarse de la actriz Brooke Shields, y ella dejó a su novio desde hacía siete años, el piloto Michael Bartels. Se casaron en su casa de Las Vegas el 22 de octubre de 2001, con la única presencia de sus respectivas madres. Tan sólo cuatro días después daba a luz a un niño prematuro, Jaden Gil. En octubre de 2003 nacía su segunda hija, Jaz Elle.

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