El viaje que empieza en los fiordos
Hay algo en el paisaje de los fiordos que provoca fascinación en el viajero que lo contempla. Ahí empieza el viaje del salmón.
Quizá sean las altísimas montañas que los bordean, o la pronunciada pendiente que termina sumergida en el Atlántico norte. Quizá es la cordialidad de su gente, el arraigo a la tierra de un pueblo que siempre ha mirado al mar…
En las frías aguas que rodean el Ártico crece la acuicultura del salmón. Allí convergen las condiciones necesarias para que la calidad sea la mejor. Un sector que enorgullece a los noruegos, con una pasión por el mar transmitida de generación en generación… no en vano es uno de los mayores y más sostenibles productores de salmón del mundo.
Para comprender la magnitud del amor que los noruegos profesan al mar, basta con conversar con cualquiera que trabaje en el sector. Jan Børre Johansen dirige una granja de salmón en el fiordo de Skjervøy, a orillas del Ártico.
“La gente aquí adora el océano… Es parte del alma de los noruegos, especialmente de los del Norte. Hemos vivido del mar durante generaciones”, explica mientras relata que la suya es “la primera generación” familiar en una granja de salmón. “Mi padre y mi abuelo, y su padre antes que él, fueron pescadores”. La ley en Noruega es muy restrictiva, según explica Otto Andreasen, director de la oficina de Tromsø del Ministerio de Pesca noruego. “Las cuestiones medioambientales son prioritarias”, señala. Lo cierto es que el Estado regula todas y cada una de las etapas de la producción de salmón: la alimentación, el tamaño, los tiempos… hasta la distancia entre las granjas en el mar. El país es pionero en la cría del salmón desde los años 70 y ocupa el primer puesto mundial en cumplimiento de normativa de ONU para la Alimentación y la Agricultura para la pesca responsable.
Jan Børre Johansen
“No es un secreto que con el salmón llega dinero, para colegios, cultura, deporte… Hace que la gente se quede aquí. Los jóvenes van a la universidad y luego vuelven y aportan su conocimiento”
En Noruega, la acuicultura es mucho más que una profesión. Es un estilo de vida
En total, unas 1.000 granjas salpicadas por toda la geografía costera de Noruega, un país consciente del poder vertebrador de la acuicultura del salmón, que ha devuelto la vida a zonas que se estaban despoblando. “No es un secreto que con el salmón llega dinero, para colegios, cultura, deporte… Hace que la gente se quede aquí. Los jóvenes van a la universidad y luego vuelven y aportan su conocimiento”, reconoce Jan Børre Johansen.