La revolución de las bebidas rosas
Lo que empezó con la ginebra como una moda pasajera se ha consolidado como una tendencia que ha llegado para quedarse. La fiebre rosé conquista el vino, el vodka e incluso el café
En una copa de vino, en una de balón o en un vaso de sidra. El rosa inunda manos, mesas y barras. Parecía una tendencia, pero el boom de las bebidas rosas no solo ha llegado para quedarse sino que cada vez inundan el mercado nuevas y acertadas alternativas. Una vie en rose, como cantaría Edith Piaf, que ha teñido el mundo de las bebidas alcohólicas.
La revolución por las bebidas rosé comenzó en España con la ginebra rosa. Hoy no hay bar que no tenga varias marcas de este destilado que se consume cada vez más independientemente del género y la edad. España es el tercer país del mundo donde se consumen más gin tonics, según datos del International Wine & Spirit Research, y la ginebra rosa no podía ser ajena a esta moda. De hecho, el año pasado duplicó sus ventas superando los 51 millones de euros. Marcas como la sevillana Puerto de Indias, que empezó vendiendo mil botellas y rozaron los seis millones en 2017, abrieron un camino al que ya se han sumado prácticamente todas las grandes referencias. Y que, además, se está haciendo de oro con las exportaciones porque, según la Federación España de Bebidas Espirituosas (FEBE), la exportación de ginebra española aumentó un 30% el año pasado.
Aunque las bebidas rosés nacieron con la vista puesta en el público femenino, se han impuesto de tal manera que han conquistado a todos los consumidores. Precisamente por eso la ginebra no es la única reina de la fiebre rosa que se vive en España. El vino es otra de las bebidas que más aceptación tiene en esta tendencia. Además de los rosados clásicos, las copas ahora también se tiñen de ese rosa pálido. Un buen ejemplo de ello es Excellens Rosé de Marqués de Cáceres, un vino que funde lo mejor de la garnacha tinta y el tempranillo de la Rioja Alta y la Rioja Alavesa.
Premiado con más de 90 puntos en publicaciones especializadas como las guías Repsol, Gourmets o Restauradores, el Excellens Rosé de Marqués de Cáceres se suma a una tendencia alza pero con un producto de cuidada calidad. Con aromas a frutos rojos, notas florales y herbáceas, es un vino muy fino y sedoso, además de una opción elegante perfecta para estos largos días de verano. Se puede tomar en el aperitivo, con dulce, pero también marida a la perfección, dado su carácter frutal y su frescura, con mariscos, arroces, pescados y embutidos.
Pero no hay que pensar en el vino rosé solo para maridarlo con la comida (y eso que grandes chefs como Juan Mari Arzak llevan años reivindicado los rosados en sus restaurantes Michellin) sino que se ha convertido en un regalo cool y en una bebida que ya se ha instaurado como perfecta para el aperitivo antes de comer o el afterwork y muy apetecible cuando hace buen tiempo. Los datos lo avalan: el consumo de rosados ha crecido un 20% en todo el mundo desde 2002, con algunos países como Suecia o Reino Unido como puntas de lanza, según un informe de la Organización Internacional de la Viña y el Vino. España se sitúa como el quinto país en consumo, en una lista europea liderada por Francia.
Y la revolución rosé no se queda aquí, y también ha llegado a otras bebidas espirituosas menos dadas a modernizarse como el cava y la sidra. El ron, el vodka y el vermut son otro de los licores que han mutado su color original al rosa y, rizando el rizo, hasta el café ha llegado esta tendencia con los nuevos (virales e instagrameables) pink lattes, es decir un café de un intenso color rosa cuyo ingrediente principal es la remolacha, cuyo zumo se mezcla con leche y café.