Si tienes que estirar el brazo para poder ver la carta del restaurante sigue leyendo…
A partir de los 40 años suele empezar a dar síntomas y, pasados los 55, afecta a casi el total de la población. La presbicia o vista cansada es parte del proceso de envejecimiento y dificulta la capacidad para enfocar los objetos cercanos. Detectarla a tiempo es clave para mantener nuestra calidad de vida.

A partir de los 40 años suele empezar a dar síntomas y, pasados los 60, afecta a casi el total de la población. La presbicia o vista cansada es parte del proceso de envejecimiento y dificulta la capacidad para enfocar los objetos cercanos. Detectarla a tiempo es clave para mantener nuestra calidad de vida.
El revelador gesto de alargar el brazo hasta el infinito para leer la carta en el restaurante, aumentar el tamaño de las fuentes del móvil, meter el pin en el cajero acercándose y alejándose del teclado o lanzarse con el desafío de pintarse el eye liner de oídas son certezas claras de que estás lejos de ver bien de cerca. Las señales llegaron unos años antes cuando notabas que siempre te faltaba luz para leer o cuando, tras hacer un esfuerzo con los ojos, llegaba el dolor de cabeza. “Tengo la vista cansada”, te decías sin ser todavía consciente del problema. «La presbicia es la pérdida de la acomodación, es decir, de la capacidad que tenemos que enfocar objetos que están cerca de nosotros y que se suele producir con el paso del tiempo, habitualmente a partir de los cuarenta y cinco años», explica el doctor Sergio Ares, especialista en Oftalmología de Clínica Baviera.
Esta dificultad para ver con nitidez lo que está próximo se trata de un proceso natural que sufre el ojo debido al deterioro que experimenta con la edad el cristalino, su lente natural, que se hace más rígida perdiendo capacidad de enfoque. A partir de los 40 años empiezan los síntomas y, al presentarse de manera progresiva, no nos damos cuenta hasta que la enfermedad ya es evidente. «Cuando nacemos el cristalino es elástico y las estructuras que lo sujetan son capaces de cambiar su forma para enfocar de cerca los objetos. Con el tiempo el cristalino se va endureciendo y perdemos esa capacidad», asegura el doctor Ares. Este proceso es parte del envejecimiento normal, al igual que las arrugas y las canas, y no se puede prevenir. Lo que si es imprescindible es visitar al oftalmólogo al detectar los primeros síntomas pues, al contrario de lo que piensan algunos, al no proporcionar la corrección adecuada al ojo no conseguiremos retardar la aparición de la presbicia, sino que provocaremos fatiga ocular.
A partir de los 40 años empiezan los síntomas y, al presentarse de manera progresiva, no nos damos cuenta hasta que el defecto visual ya es evidente

Un 87 % decide ponerse gafas o lentillas para mejorar su visión. Pero hay más. Para aquellos que buscan una solución que optimice su calidad de vida y no desean depender de gafas o lentillas existe la opción quirúrgica
SOY PRÉSBITA, ¿QUÉ HAGO?
Si hablamos de los datos extraídos en el Estudio sobre el conocimiento de la Presbicia en España que Clínica Baviera elaboró en 2019 entre españoles mayores de 40 años, un 93 % reconoce tener algún problema de visión. La presbicia quedaría como cabeza de cartel con un 50 % de prevalencia, frente al 39 % de miopes o el 37 % de personas que padecen fatiga visual. La media de edad de las personas que tienen presbicia es de 58 años y, la mayoría, define su problema de visión como “no ver bien de cerca” sin ser conscientes de que es un defecto oftalmológico. Pese a ello, un 87 % decide ponerse gafas o lentillas para mejorar su visión. Pero hay más. Para aquellos que buscan una solución que optimice su calidad de vida y no desean depender de gafas o lentillas existe la opción quirúrgica. Una operación en la que se sustituye el cristalino envejecido por una lente intraocular multifocal que permite que el paciente pueda enfocar a varias distancias.
Este año 2020 habrá un total de 2.300 millones de afectados por la presbicia en el mundo que sufrirán uno o varios de estos síntomas: lagrimeo, picor de ojos, dolores de cabeza y la imposibilidad de enfocar los objetos cercanos, más acentuada cuando acabamos de mirar a lo lejos. El aumento de la esperanza de vida y el hecho de que cada vez queramos disfrutar de una mayor calidad de vida, han convertido la operación en una opción segura, efectiva y económicamente interesante si pensamos en la inversión que supone renovar las gafas periódicamente. «Operarme ha sido una experiencia muy positiva y he ganado mucho en calidad de vida. Me siento mucho más joven. Ahora puedo ir por la vida sin depender de nada», asegura Magdalena Carpio, paciente operada de presbicia en Clínica Baviera.
HÁBITOS PARA CUIDAR NUESTRA VISTA
Aunque se ha demostrado que la presbicia no se puede prevenir, sí que hay una serie de medidas de “higiene visual” que podemos seguir para mantener una mejor salud ocular.
Controlar el tiempo que pasamos delante de móviles, tablets y ordenadores y hacer pausas cada veinte minutos mirando a los lejos para descansar la mirada.
Disponer de suficiente iluminación cuando leamos o vayamos a realizar alguna actividad en la que los ojos deban de realizar un esfuerzo.
Situar el libro o la tablet por debajo de la línea media de la mirada.
Usar unas gafas de sol adecuadas, programar visitas periódicas al oftalmólogo para que revise nuestra vista y seguir una dieta equilibrada.