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PEREGRINAS

Madres, hijas y nietas, juntas en el Camino: ''Es una semana que nos regalamos''

Familia Broceño Hervás Ciudad Real Entre 13 y 76 años

Empezaron tres y ya son más de una decena. Las mujeres de la familia Broceño Hervás se regalan cada año una semana para hacer el Camino de Santiago y disfrutar del regalo de desconectar y estar juntas

Prado Campos

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Todo comenzó con una promesa. El marido de Montse Broceño estaba enfermo y ella decidió que si se curaba, haría el Camino de Santiago por él. Hasta aquí puede sonar cotidiano porque son muchas las personas que peregrinan a Compostela por una promesa o con motivo de una enfermedad, pero en las mujeres de la familia Broceño Hervás no son tan previsibles. Cuando Montse salía de la agencia de viajes de comprar el billete para iniciar su primer Camino, se encontró con su tía. “Me dijo que me diera la vuelta que se venía conmigo….”. Lo mismo ocurrió cuando llegó a casa y se lo contaron a su madre. Esto pasó en 2011. Las tres hicieron este primer Camino de Tui a Santiago que fue, reconoce, “muy accidentado”. “El primer día mi tía se cayó al río porque había habido una riada”, recuerdan madre e hija entre risas. “Lo bueno es que conocimos a un grupo de Barcelona y nos fuimos con ellos desde esta primera etapa. Te diré que todavía hoy somos amigos”.

Al llegar a Santiago de Compostela lo tuvieron claro: “mientras mis piernas me lo permitan, voy a seguir haciendo el Camino”, reconoce Carmen Hervás a sus 76 años y con más de una decena de caminos a su espalda. “Cuando llegamos y se lo contamos a las demás, les dimos envidia”, agrega su hija Montse Broceño (43 años). Y así fue como, desde entonces, las mujeres de esta familia ciudadrealeña tienen su semana marcada en rojo cada año para hacer el Camino de Santiago. Eso sí, van solo ellas, no se admite a hombres y “lo que pasa en el Camino, se queda en el Camino”, agregan las tres a carcajadas. “Se desmadran mucho”, confirma su madre riendo. “No hablamos con la familia. Avisamos cuando hemos terminado la etapa y nos desconectamos. Es una semana que nos dedicamos a nosotras mismas”, resume Mari Carmen Broceño (57 años).

Hasta 11 mujeres de la familia se juntan cada año para peregrinar a Santiago y este año, a pesar de que aún no han decido qué ruta harán, ya saben que se van en septiembre y suman a una nueva incorporación: Alba, de 13 años. “Siempre he querido ir porque cuentan que se lo pasan muy bien. Estamos ya entrenando y haciendo más de 20 kilómetros todos los fines de semana con mi abuela”, asegura la benjamina del grupo. No son las únicas, ya llevan semanas desengrasando las piernas porque, cuenta, suelen hacer etapas de entre 25 y 30 kilómetros, aunque recuerdan una en la que hicieron más de 51 “con la mochila a cuestas y sin comer. Ese es nuestro récord”.

Nos regalamos una semana para nosotras. Normalmente lo haces porque desconectas de todo pero, sobre todo, por la paz interior que te traes

“La primera vez lo hice por la ilusión de compartirlo con mi madre y mis hermanas”, cuenta Mari Carmen, quien subraya que lo mejor de Camino es “la desconexión total”. “Vas como antiguamente, apenas funciona el móvil y yo no llevo ni reloj. Vas conociendo a gente, hablando con tu madre, tus hermanas, tus cuñadas o sobrinas y teniendo conversaciones que no tienes o no te da tiempo a tener en el día a día, te ríes, lloras, discutes, brindas… Es la convivencia. Nos regalamos una semana para nosotras. Normalmente lo haces porque desconectas de todo y si tienes alguien allegado enfermo, por ejemplo, lo haces por ellos. Siempre llevas un motivo pero, sobre todo, por la paz interior que te traes”, explica. “Es muy emotivo y cargas las pilas para todo el invierno”, remata su madre.

Un Camino lleno de recuerdos… y de anécdotas

Preguntar a las mujeres de esta familia manchega por el Camino de Santiago es escucharlas mientras ríen con los ojos brillantes henchidos de recuerdos. Si entre ellos afloran nombres propios de familiares y amigos por los que han peregrinado y esas rutas que hacen siempre con las camisetas de asociaciones de enfermos de leucemia y de cáncer de mama, no falta tampoco una amplia colección, como si de un álbum de fotos se tratase, de anécdotas. Y si todo empezó con una de ellas en el río, imaginen… 

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“Un año fuimos 11 y sumamos al grupo a una coreana que iba sola. No nos entendíamos con ella más que por señas y con el traductor de Google. Estuvimos todo el Camino juntas y no veas cómo lloraba cuando nos despedimos”, rememora Mari Carmen explicando la buena relación que trabaron su madre y esta invitada internacional. “Yo no sé idiomas, pero por señas haces amistad con todo el mundo. A mí no se me resiste nadie”, dice su madre ante la sonrisa orgullosa de sus hijas. “No veas cómo le daba al pulpo”, añade. O aquella vez que paró un coche, les preguntó si iban a Santiago y le dio a Carmen dinero para que le pusiera velas al santo. O el año que se bañaron en unas aguas termales que encontraron en mitad de una etapa y la acabaron “oliendo a huevo podrido… pero no nos picó ni un mosquito”. O aquella otra etapa en la que se toparon con el laurel más grande del mundo, o la que se regalaron abrazos “con unos hippies”, o… En resumen, como dice su hija, “andas mucho, pero te ríes mucho”.

Pero, por encima de todo, si hay una curiosidad que acompaña el Camino de las Broceño Hervás es negra y tiene forma de ave. “Cada vez que vamos, desde el primer año, empezó un cuervo a seguirnos. Nos deja en el albergue, se va y por la mañana vuelve. Y no falla. Está todos los años”, explica Carmen. “No nos da miedo. Yo pienso que es gente que nos está protegiendo porque vamos solo mujeres y solas”, agrega su hija Mari Carmen. Porque si algo tiene el Camino para estas mujeres es ese componente espiritual y de comunidad. Una cita en la que disfrutan de estar juntas sin obligaciones y que, sobre todo, es para ellas. “Durante el año no es lo mismo. Te dedicas a tu familia. Aquí hay una conexión… y nos reímos muchísimo”. Damos fe.

  • GUÍA PRÁCTICA PARA HACER EL CAMINO DE SANTIAGO

  • 1. Planifica tu ruta con antelación, ya seas de las que quieren dormir en albergues o lleves todo reservado es importante conocer qué camino vas a seguir, cuántas etapas y kilómetros tienes que hacer cada día y los lugares que vas a visitar.

    2. Haz la mochila a lo Marie Kondo, es decir menos es más. Descarta los “y si”. La máxima es ropa todoterreno (pantalones cortos, leggings, camisetas, chubasquero, forro polar) y, sobre todo, un calzado cómodo. En el neceser son buenas aliadas las muestras y los pequeños botes como los que utilizas cuando viajas en avión.

    3. Un botiquín de cabecera. De nuevo, contención. Recuerda que vas a pasar por muchos pueblos. Lo mejor es preparar un botiquín donde no falte lo básico: vaselina, tiritas, las pastillas que tomes regularmente (si las tomas) y un antiséptico eficaz contra bacterias, virus, hongos o esporas con el que evitar cualquier tipo de infección, como Betadine Gel, y que te va a garantizar que cualquier herida se curará más rápidamente y solo será una anécdota más.

    4. PAQ Mochila, la solución. No hace falta cargar día tras día con una pesada mochila a cuestas. Correos cuenta con el servicio PAQ Mochila para que solo nos preocupemos de nuestra ruta. Basta con dejar la mochila cada mañana, antes de las 8:00 en la recepción del alojamiento, y ellos se encargan de que te esté esperando antes de las 14:30 en tu siguiente destino. Más cómodo imposible. Este servicio está disponible en el Camino Francés desde Roncesvalles, el Portugués desde Tui, el Portugués de la Costa desde A Guarda, el Primitivo desde Oviedo, el del Norte desde Irún, el Inglés desde Ferrol, el Sanabrés desde Ourense y Camino a Finisterre y Muxía.