
El pescado de acuicultura española, una elección saludable y sostenible
Nadie va a descubrir a estas alturas los extraordinarios beneficios que tiene incluir el pescado y los productos acuáticos en la dieta. Pero ¿y si te dijéramos que, además de ser sano y saludable para ti, también lo es para el planeta?

Con muchos beneficios y pocas calorías, el pescado y otros alimentos de origen acuático, como mariscos y algas, son alimentos perfectos para incluir en una dieta variada y equilibrada. No es sabiduría popular: lo dicen los médicos, quienes recomiendan que su consumo no sea inferior a tres o cuatro raciones por semana. Además de constituir una magnífica opción nutricional, otro motivo para que no falten en la cesta de la compra es que resultan sostenibles, tanto para tu economía como para el medio ambiente, gracias a la acuicultura.
Comenta Rosaura Leis, presidenta de la Fundación Española de la Nutrición, que los pescados y productos del mar son “alimentos básicos en los patrones dietéticos asociados con la buena salud, ya que están compuestos de proteínas de alto valor biológico, ácidos grasos poliinsaturados Omega-3 de cadena larga, vitaminas (grupo B y vitaminas A y D) y minerales (yodo, selenio, zinc, calcio, fósforo, hierro, cobre)”. Además, puestos a buscar qué pescados son los más interesantes, nos encontramos con que todos son muy buenos, y en realidad no podríamos decir que haya unos mejores que otros.

La acuicultura también es sostenible a nivel ambiental, porque favorece la diversidad y la recuperación de especies amenazadas.
Como subraya Leis, “cualquier pescado es bueno, sea cual sea y del color que sea, incluido el marisco”. De hecho, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan) recomienda que se combine el consumo de pescado blanco y azul en la dieta, porque todos aportan grandes cantidades de nutrientes. Si bien es cierto que cada nutriente cumple funciones distintas: unos aportan energía, otros son necesarios para el crecimiento, el mejor funcionamiento del organismo o para el mantenimiento de la salud. Y la carencia de ciertos tipos puede producir enfermedades, como la anemia.
En este sentido, probablemente sepas que el pescado azul tiene una importante presencia de Omega 3, grasas poliinsaturadas también conocidas como ‘grasas buenas’. El nombre ya te da una pista: son aquellas por las que debes apostar, ya que son cardiosaludables y guardan muy buena relación con el sistema circulatorio y la salud neurológica. También ayudan a regular el colesterol, bajando los niveles del malo y elevando los del bueno. Súmale que conservan los huesos y mejoran la piel, fomentando su elasticidad y regeneración, porque aumentan las reservas del colágeno en el organismo.
Los productos del mar son fuente de beneficios nutricionales, con proteínas de alto valor biológico y ácidos grasos de cadena larga
Los pescados azules, como el atún rojo o la anguila, tienen un contenido alto de estos ácidos ‘buenos’ debido al porcentaje más elevado de grasa. Por su parte, el pescado blanco contiene menos grasa que el azul, pero es una opción excelente de proteína de alto valor biológico, que tampoco puede faltar en tu dieta. Algunos de los más recomendados y populares son la lubina, la dorada o el rodaballo.
Un pescado para cada persona
Si bien hemos mencionado que todos los pescados son buenos, y por ende se pueden consumir en cualquier etapa de la vida, Leis hace una precisión: “Según la edad y las necesidades de cada persona, es más aconsejable optar por una variedad u otra”. Por ejemplo, para los más pequeños de la casa, se recomienda el pescado blanco de tres a cuatro veces por semana, y limitar el pescado azul a una, siempre en pequeñas raciones de menos de 50 gramos. Sin embargo, para las personas mayores, es mejor escoger pescado azules.
¿Qué pasa con las embarazadas? La presidenta de la Fundación Española de la Nutrición asegura que el consumo de pescado durante este estado se ha asociado “con mejores resultados en el desarrollo neurológico de los bebés”. Aunque es mejor evitar los pescados “de gran tamaño, depredadores y de vida larga, porque tienen mayor riesgo de tener contaminantes ambientales”, señala. Igualmente, tanto durante el embarazo, como el periodo de lactancia, recomienda raciones más ligeras, que no superen los 100 gramos, y siempre priorizando otras opciones que no sean el emperador, el atún rojo o el lucio.
Pese a todos los beneficios que nos aportan los productos del mar, y que ya hemos mencionado, su consumo en España está muy por debajo de lo recomendado. Según las últimas encuestas de la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD), tan solo el 18,3% recurre a él tres o cuatro veces semanales, tal y como convendría. Pero las mismas encuestas explican que el motivo de su escasa presencia en los platos familiares es, fundamentalmente, el precio, más allá de la molestia de las espinas o no saber cómo cocinarlo. Hay que hacerlo más accesible.

Una de las principales características de la acuicultura española es la gran variedad de pescados que ofrece.
Con la acuicultura española, ya no hay excusas. Vamos a hablar de una opción que juega un papel clave a la hora de favorecer el consumo fácil de los distintos pescados en los hogares españoles. Aunque sus procedimientos son todavía ligeramente desconocidos, el cultivo de pescado en nuestro país supone un modelo sostenible, tanto a nivel económico y social como medioambiental.
Un modelo de producción sostenible
¿De qué estamos hablando? La acuicultura es la producción de especies acuáticas y algas mediante técnicas encaminadas a hacer un uso más eficiente de los recursos naturales. Una actividad en auge, que genera empleo y democratiza el producto, además de ser respetuosa con el medio ambiente. No solo por sus bajas emisiones y la buena gestión de recursos hídricos -los peces viven, en muchas ocasiones, en su mismo ecosistema-, sino porque favorece la diversidad y recuperación de especies amenazadas.
Hasta la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se ha rendido a la acuicultura: “Teniendo en cuenta que la población mundial crecerá hasta los 9.700 millones de personas en 2050, que demandará un 60 % más de alimentos de los que producimos ahora y que la agricultura, ganadería y pesca extractiva están al límite de sus posibilidades, la acuicultura está llamada a tener un papel relevante en este desafío: alimentarnos en equilibrio con la naturaleza”. El organismo fomenta que se practique, porque considera que es clave en la alimentación del futuro, “más sostenible, integradora y responsable con la sociedad y el medio ambiente”.
El consumo de pescado en España está por debajo de lo recomendado por los nutricionistas y, según las encuestas, tiene que ver con el precio
También se preocupa porque los productos del mar que llegan a la mesa sean los mejores. De hecho, Garazi Rodríguez, responsable de los planes de producción y comercialización en la Asociación Empresarial de Acuicultura de España (Apromar), indica que la acuicultura europea es “de las más seguras y con mayor calidad del mundo”, algo que el consumidor sabe reconocer.
Variedad y frescura al alcance de todos
Una de las principales características de la acuicultura española es la gran variedad de pescados que ofrece: lubina, trucha, dorada, esturión, rodaballo, corvina, besugo, anguila, lenguado, microalgas… Todas estas especies se cultivan en aguas españolas. El aprovisionamiento de cercanía disminuye la huella de carbono, y en menos de 24 horas, el producto llega del mar o del río al hogar, preservando sus cualidades nutricionales y un sabor óptimo.
Leis comenta que el pescado de acuicultura tiene importantes beneficios para la dieta saludable. “El fácil acceso permite un mayor consumo, tanto en cantidad como en variedad, y fomenta que se cumplan las recomendaciones de consumo de tres o cuatro raciones de pescado a la semana”, asegura la presidenta. Todo ello termina por repercutir en el control de enfermedades en la sociedad: “Disminuye el riesgo cardiovascular, el deterioro cognitivo, la artritis reumatoide, y mejora el desarrollo cognitivo en la infancia”, garantiza.
Como consumidores, también contribuimos a la sostenibilidad del medio ambiente al apostar por la acuicultura. “Por su utilización más eficiente de los recursos naturales, por su reducido y controlable impacto ambiental, por su valor nutricional, por su seguridad alimentaria, por el precio competitivo y por la disponibilidad regular de sus productos”, como enumera la FAO, queda clara la contribución favorable de un sector cada vez más necesario.