
mansiones de famosos
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Según contaron durante años las crónicas doradas de Hollywood, Paul Newman y Joanne Woodward fueron una de las parejas más admiradas y envidiadas dentro y fuera de la gran pantalla. Guapos, ricos y con un gran éxito en el cine, su matrimonio de más de cinco décadas rebosaba la magia y complicidad de una comedia romántica con final feliz. La realidad es que, como casi siempre ocurre en estos casos, no es oro todo lo que reluce .
Paul Newman y Joanne Woodward se conocieron en 1953 cuando ambos fueron elegidos para la obra Picnic. Él hizo su debut en Broadway y ella, se quedó como suplente. La primera vez que se vieron, ella pensó que era «asqueroso», porque en un día tremendamente caluroso en el que él no podía parar de sudar y parecía «un anuncio de refresco helado». Él, sin embargo, pensó que Woodward tenía un aire moderno e independiente, diferente a todas las mujeres que conocía. Empezando por la suya.
Y es que, en aquel momento, él estaba casado (y con hijos) y ella era una de las jóvenes actrices más solicitadas y deseadas de la época. Su amistad se convirtió en amor y desembocó en boda en Las Vegas, después de protagonizar juntos The long hot summer (El largo y cálido verano, en español) y de que el actor se divorciara de su primera esposa.
Durante cincuenta años, y trece películas juntos, Paul Newman y Joanne Woodward fueron una de las power couple más admiradas de Hollywood. Pero las sombras de su matrimonio fueron más que alargadas y los problemas con el alcohol y los rumores de infidelidad de uno de los actores más atractivos de la historia del cine hicieron mella en ellos.
Fue entonces, cuando uno de los rumores sobre sus escarceos tomó más fuerza, cuando Paul Newman pronunció una de las frases más lapidarias que recordamos al ser preguntado por el secreto de su aparente feliz matrimonio: «¿Para qué buscar una hamburguesa si tengo un filete en casa?». Alcohol e infidelidades a parte, Woodward aseguró que «ser la señora de Paul Newman tiene su lado bueno y su lado malo, y puesto que seguimos estando juntos, lo lógico es pensar que hay más bueno que malo».
Sea como fuere, lo cierto es que la suya fue una historia de amor de película que duró hasta que la muerte (del actor) los separó. Y durante esos cincuenta años de matrimonio, la pareja pasó buena parte de sus momentos más felices en una imponente mansión alquilada en Beverly Hills donde los fotografió el New York Daily News al comienzo de su vida común. Ahora, está a la venta y, según informa Robb Report, el último precio que se pagó por ella, en la primavera de 2021, superó los 7 millones de dólares.
Construida en 1937 en un terreno de más de 4.000 metros cuadrados cerca de Mulholland Drive, la mansión, que ha sido renovada varias veces a lo largo de estos casi 100 años, tiene unos 400 metros y cuenta con cuatro dormitorios, cinco baños y una elegante arquitectura interior a base de molduras decorativas, robustos muebles empotrados, grandes ventanales, pisos de madera oscura y altos techos abovedados.
Entre las estancias más imponentes del refugio de amor de Newman y Woodward en el exclusivo barrio de Beverly Hills destaca el impresionante dormitorio principal con terraza, vestidor y baño con spa, una sala de estar presidida por una chimenea de mármol negro incrustada en la pared, un gran comedor y una cocina gourmet con isla.
En el exterior, además de un maravilloso jardín escalonado lleno de vegetación, encontramos una terraza con salón exterior, zona de barbacoa en galería con chimenea y columpios, terraza panorámica en la azotea, piscina, spa y cancha de petanca y garaje independiente para dos coches.