place to be
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La silueta de Barcelona ha ido cambiando con el pasar de la vida. De las cuadrículas del Eixample, a la majestuosidad de la siempre eterna Sagrada Familia; de la Villa Olímpica del 92 que transformó el Poblenou a la Torre Agbar en Distrito 22@. Del modernismo de Gaudí que definió durante décadas la Ciudad Condal, a las obras high-tech de Gehry, Nouvel y, por supuesto, Bofill.
Precisamente Ricardo Bofill, sin cuyo brutalismo no se entienden la arquitectura de la segunda mitad del siglo XX, es el padre de la vela que marca el rumbo de la ciudad desde la Barceloneta. Y es que, desde hace ya 15 años, el Hotel W (al que todos llaman, precisamente, Hotel Vela) y su reconocible silueta, son un emblema icónico en la Ciudad Condal.
Sus relucientes cinco estrellas son garantía de lujo y exclusividad en sus más 400 habitaciones; y su enclave privilegiado, de las mejores vistas panorámicas del mar, la montaña y el skyline de Barcelona. Pero hoy no queremos hablar del W como hotel de lujo o exquisito centro de negocios, sino como el referente gastronómico en el que se ha convertido de unos años a esta parte, algo nada fácil a juzgar por la durísima competencia con la que cuenta en la Ciudad Condal.
El lujo asiático se materializa en la alta cocina japonesa de Noxe, alojado en el piso 26 del W; mientras que Coya nos propone un sofisticado viaje culinario y sensorial a Perú a través de una cuidada carta que promete (y cumple) una experiencia inolvidable. La comida real y el producto de calidad no necesitan más que una parrilla como la de Fire. Y la primera (o la última copa) nos la tomamos siempre en el W Lounge.
Eso sí, ahora que el verano se ha instalado en nuestras vidas y queremos disfrutar del dolce far niente con vistas y de la brisa marina revolviéndonos el pelo, nada mejor que reservar una mesa en SALT, el renovado beach club del Hotel W y nuevo place to be de la gente guapa de la Ciudad Condal.
El nuevo SALT, más delicioso, más mediterráneo y más lujo silencioso que nunca, renueva la oferta de ocio y restauración de Barcelona como un nuevo espacio gastronómico donde celebrar los sabores, las texturas y la cultura característicos de la ciudad. Un rincón en la Barceloneta donde «disfrutar de una experiencia gastronómica única gracias a una sabrosa carta en la que destacan los arroces, que celebran la gran calidad de los ingredientes propios de la región».
En SALT, «la comida va más allá de nutrir el cuerpo, es también una celebración de los sabores, las texturas y la cultura local», aseguran desde el restaurante. La experiencia comienza con un ritual de bienvenida que une la tierra y el mar, bautizado como ''el ritual de las tres sales« y continúa con un menú cuidadosamente diseñado que ofrece platos que destacan por la frescura y la calidad de su cocina mediterránea en la que los arroces son las auténticas estrellas.
Eso sí, no te lleves a error: SALT no solo es el chiringuito VIP de playa donde comer algunos de los mejores arroces de la costa catalana, también es el Beach Club más exclusivo de la ciudad, el máximo exponente de relax y sofisticación para divertirse y relajarse este verano en el local de moda al borde del mar.
En el exclusivo y semi-privado SALT Beach Club, cuyas mesas se disponen sobre la arena misma de la Barceloneta, se combinan las tapas mediterráneas más desenfadadas con la mejor coctelería de autor a través de una sorprendente carta inspirada en los lugares más icónicos de las playas barcelonesas.
Y si el contenido de la propuesta gastronómica de SALT es su mejor carta de presentación, su continente va un paso más allá y seducirá a los amantes del lujo silencioso y del diseño de interiores con una decoración inspirada en la esencia mediterránea creada por Sandra Tarruella Interioristas y Olga Pajares, que nos proponen un juego perfecto de materiales naturales como la piedra, la madera y el esparto con una paleta cromática basada en los tonos tierra que se funden a la perfección con el azul del mar, su privilegiado telón de fondo.
20 de enero-18 de febrero
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