Louis Vuitton y Takashi Murakami o cómo unir arte y moda de forma sublime, 20 años después

Aunque algo trillada y reduccionista, la comparación de Takashi Murakami con Andy Warhol («Es el Andy Warhol japonés», rezaban los diarios de 2000) puede ser un gran punto de partida para entender y adentrarnos en el colorido universo del primer artista que colaboró con Louis Vuitton . Juntos, maison francesa y creador nipón, celebran ahora los 20 años de aquella primera y única colaboración, que marcó para siempre la cultura del coleccionismo de moda de nuestro siglo.

«Existe una parte muy dulce de la cultura japonesa que todo el mundo conoce, pero si no profundizas un poco más es muy difícil entender el resto. Es como el arte pop. Si no sabes cómo funciona la cultura del consumo en Estados Unidos, no lo puedes entender», argumentaba Murakami en una entrevista con The New York Times en 2005, para alejarse de esa visión warholiana de su obra y demostrar que sus creaciones tenían mucho más que contar al mundo.

Apasionado de las películas de animación (anime) y los cómics (manga), el artista se ha reconocido a sí mismo en diferentes ocasiones como un otaku (coleccionista de esos trabajos). La ciencia ficción es otra de sus pasiones y de ahí sus Criaturas del Planeta 66, una serie de figuras animadas en blanco y decoradas en vivos colores, que ocuparon todas las piezas que creó con Louis Vuitton en aquel primer «baile» entre arte y moda, y que vuelven a ser las protagonistas en este homenaje dos décadas después.

Sobre aquella primera cita con la casa francesa, Murakami confesaba en una entrevista reciente que «todo este tiempo ha pasado en un abrir y cerrar de ojos», pero ya hace dos décadas que el artista reinventó el clásico estampado monogram de Louis Vuitton y le otorgó una dimensión caleidoscópica. «Yo no sabía nada de moda por aquel entonces», confiesa.

Pero se metió de lleno en la marca y consiguió entender las dinámicas de la industria. Cuando Marc Jacobs capitaneaba el equipo creativo, trabajó con él para sacar adelante aquella primera colaboración, aunque en un primer momento el diseñador le aseguró que no necesitaban dibujos animados, solo «una nueva estética». Sin embargo, el boceto de un panda que le mostró Murakami le hizo cambiar de idea. De ahí que ahora adorne algunos de sus bolsos más icónicos, bajo la actual dirección artística de Nicolás Ghesquière.

Aquella propuesta estética llena de energía y color se convirtió, sin proponérselo, en un clásico atemporal deseado por los coleccionistas. «Yo no entendía entonces la importancia que podía tener cambiar el color marrón clásico de las creaciones de Vuitton por un blanco muy puro, por ejemplo. Ahora entiendo por qué tuvo tanto impacto sustituir una imagen tan chic por algo tan colorido», reflexiona Murakami, sobre la conmoción que causaron entre el público las novedades que introdujo en el mundo del lujo.

Para completar el aniversario, Vuitton también ha recuperado las obras audiovisuales Superflat, que el artista creó para la firma en 2000. El concepto había nacido previamente como crítica a la superficialidad del arte japonés que se impuso tras la II Guerra Mundial, para después adaptarlo a la moda.

En esta nueva colaboración aniversario, Murakami vuelve a decorar accesorios y prendas femeninas con el blanco inmaculado como fondo para el estampado monogram. Ya no es revolucionario como entonces, aunque sí sorprendente para una generación de jóvenes que desconocía sus trabajos.

La gran novedad que nos trae esta colaboración es que amplía sus fronteras y no hay objeto que se resista a ser lienzo de su talento: llaveros, pañuelos de seda, bolsos, zapatos, cinturones, gorras, maletas, accesorios de viaje y hasta una atrevida e inesperada tabla de skate. Una de las joyas de la colección es un baúl armario, el espectacular Malle Wardrobe, que además contiene 33 bolsos Speedy en su interior.

Este se postula como la mejor forma de rendir homenaje al saber hacer y la tradición viajera de la casa, a través del filtro colorista de Murakami, y es una pieza, sin duda, pensada para clientes de poder adquisitivo extraordinario. Pero, de alguna manera, quiere poner en valor la importancia y trascendencia que tuvo la iniciativa de unir arte y moda, que tantas veces hemos visto después en estas dos décadas.

Otro nuevo producto con el que quieren conquistar a un público más amplio es el perfume. El detalle que marca la diferencia, además de los motivos Superflat Panda o Superflat Garden que decoran los frascos, es el exquisito estuche-baúl a medida, que convierte a cada uno de ellos en objetos de colección. Nunca la fusión entre moda y arte fue tan divertida y trascendente como cuando Louis Vuitton y Takashi Murakami unieron sus fuerzas para empezar el siglo.