
análisis de lujo
análisis de lujo
Olivier Rousteing , director creativo de Balmain, denunciaba en sus redes sociales el robo de más de cincuenta prendas de la colección que la firma iba a presentar en la Semana de la Moda de París el próximo 27 de septiembre. «Estaba empezando a crear algunos looks con mi equipo y nuestro conductor nos llamó para decirnos que había sido secuestrado por un grupo de personas», aseguraba el diseñador en su cuenta de Instagram.
En un contundente texto en blanco sobre fondo negro, Rousteing se lamentaba de que «mucha gente ha trabajado muy duro para crear esta colección. Estamos rehaciendo todo, pero es algo tan irrespetuoso. Muchos trabajadores, proveedores, mi equipo y yo... Por favor, tened cuiado, este es el mundo en el que vivimos. Os quiero, mi equipo Balmain , y no nos vamos a rendir».
Según comentaba Christian Siriano a la edición norteamericana de Vogue hace uno par de años, el coste de un desfile puede superar los 300.000 dólares... más el precio de producción de la colección y el tiempo que lleva crearla. Algo que, en una firma de lujo como el Balmain de Olivier Rousteing, alcanzaría las seis cifras y cuyo proceso creativo se estima entre tres y seis meses.
Pero, más allá de la pérdida económica que supone un robo como el que ha sufrido la maison francesa, está el coste humano y psicológico de este drama. «Supongo que para una firma como Balmain, el coste prioritario ahora mismo es el emocional, el desgaste psicológico que supone preparar una colección. La intensidad de trabajo y horas dedicadas es lo que conlleva la frustración de volver a empezar de cero», nos cuenta el diseñador español Fabio Encinar.
Juana Martín , la única española que ha desfilado en la Alta Costura de París, nos cuenta que «desde luego será un gran desastre que quizá puedan asumir y solucionar, pero me parece enorme la angustia que les ha debido de invadir emocionalmente. Debe haber sido un caos inmenso, no me imagino la ansiedad que han debido sentir».
En la misma línea se posiciona Jorge Redondo , que en declaraciones a esta publicación confiesa que «me parece algo terrible. Siempre han ocurrido estos extraños robos a lo largo de la historia de la moda. Recuerdo varios casos y me parece algo dolorosísimo. El coste económico es muy alto, pero no lo podemos igualar al coste humano y emocional, que me parece insoportable».
Redondo se refiere a otros robos en grandes firmas como el que sufrió Victoria Beckham en 2009, cuando estaba arrancando su firma y unos ladrones a punta de cuchillo se llevaron todos los vestidos del camión que los transportaba a unos grandes almacenes de Nueva York. O del crimen del que también fue víctima la británica Claire Mischevani el pasado mes de febrero, cuando unos ladrones con pasamontañas robaron 70.000 libras en prendas de su colección durante una sesión de fotos.
Algo parecido ocurrió en la casa de Paco Rabanne, que fue asaltada el día después de la muerte del diseñador, o el inolvidable, escalofriante (y millonario) robo en casa de Kim Kardashian en 2016, que terminó con la celebrity amordazada en la bañera y unas pérdidas estimadas en más de 10 millones de dólares, entre ropa y joyas.
El diseñador Jorge Redondo se muestra seguro de que «una casa como Balmain podrá hacerlo porque cuentan con algunas semanas, pero para firmas más pequeñas como la mía sería realmente muy complicado«. Una opinión que comparte optimista Juana Martín, que asegura que «Al 100% quizás no se pueda recuperar la pérdida, pero sí en su gran mayoría. Y más si tienes recursos que te lo permiten, como pueden ser varios talleres y proveedores propios. Es cierto que es un sin parar hasta el momento del desfile, pero se puede conseguir».
Fabio Encinar comparte la opinión de sus colegas, y va un paso más allá asegurando que «para alguien pequeño me atrevo a decir que es casi imposible recuperarse de algo así, pero supongo que ellos tienen los medios suficientes para hacerlo. Incluso no es una mala jugada como labor de marketing el haberlo comunicado… No creo que nadie pueda perderse ese desfile ahora».
Y es que los creativos coinciden al pensar que, ahora, nadie se querrá perder el show de Balmail en París. «Es el argumento perfecto para una película. Después de lo que ha pasado, todas las miradas van a ir a esa colección ahora», prosigue Encinar. Algo que matiza Redondo, asegurando que «quizás el publico se solidarice un poco más ahora con el trabajo, estará más atento, pero creo que nadie querríamos que nos pase eso». Juana Martín reconoce que «quiero pensar que no ha sido una estrategia, pero ahora me viene la frase de 'no hay mal que por bien no venga'. Después del disgusto que se habrán llevado, también se llevan un aluvión mediático».
Pero, ¿ y si les pasara a ellos algo parecido? «Yo me sentiría realmente hundido, de hecho temo siempre que pase algo así los días antes de la colección», nos cuenta Jorge Redondo, mientras que Fabio Encinar nos confiesa que «no estaría hablando aquí contigo, seguro. ¡Creo que directamente no estaría!».
Eso sí, este último se muestra optimista y asegura que «aunque tiene que pasar para ver cómo reaccionas y qué puedes hacer, lo cierto es que de las crisis salen los éxitos muchas veces». Un optimismo que comparte Juana Martín: «Sería una ansiedad tremenda de primeras, pero luego lo resolvería rápido junto a mi equipo. Nada puede ser un obstáculo cuando hablamos de un desfile de tal nivel. Quizás, una vez pasado el desfile sí pensaría más en el por qué lo han hecho y qué buscaban con ello».