La maniobra fundamental en la fastuosa explosión de marketing de moda que significa el desfile de Victoria's Secret es la siguiente: la distracción. Tanta pluma, tanto brillo, tanto armatoste colgado a la espalda y tanto machaque en los telediarios no son dejan ver el bosque. Y, sin embargo, hay mucho bosque que comentar al respecto de la deriva insustancial de un espectáculo que, en su momento, sí que fue uno de los mejores del mundo de la moda. Apenas queda ya nada de la intensidad, la sustancia y la potencia que tuvo el malhadado desfile. Hoy sólo reluce el brilli-brilli que recubre el vacío insulso de unas presencias, digamos, en construcción.
La razón de tamaña debacle no puede ser la lencería, argumento principal de todo este asunto, ya que esta ha mejorado de dos décadas para acá, aunque sólo sea en investigación y desarrollo de materiales y procesos. Pero es que sujetadores y bragas no fueron jamás la razón de los superpoderes de este show, hoy en declive total. Si hubo un momento en que salir en el desfile de Victoria's Secret era síntoma de triunfo total fue por la exigencia de criterio que marcaba la pertenencia o no al club femenino más exclusivo del mundo. En otras palabras: los Ángeles del primigenio show de Victoria's Secret no eran jovencitas, no eran recién llegadas, no eran desconocidas ni principiantas a lomos de sus redes sociales. Eran mujeres fuertes, impresionantes, potentes, con un personalidad arrasadora. Las tops entre las tops. Eran verdaderas amazonas.
En 1996, cuando el desfile ni había soñado el paroxismo celebratorio que hoy nos ocupa, fueron las imponentes Karen Mulder, Helena Christensen, Stephanie Seymour y Naomi Campbell las pusieron el show en el mapa con su carisma infinito. En aquellos maravillosos años, el casting incluía a las despampanantes Yameen Ghauri, Daniela Pestova, Tyra Banks, Veronica Webb o Beverly Peel. Durante la gloriosa década de los 90 vimos a todas las top del universo de la moda desfilar para Victoria's Secret, y hasta a las españolitas Esther Cañadas y Eugenia Silva. Hasta mediados de la década siguiente, Gisele Bündchen, Heidi Klum, Karolina Kurkova e Isabeli Fontana, por ejemplo, representaron el poderío que los primeros ángeles supieron imprimir a su caminar.
En esta última edición, la sensación de autoparodia es innegable. La media de edad de las 51 modelos que han sido reclutadas por la organización es de 21 años: la mayoría de ellas ni siquiera ha empezado a construir una personalidad reconocible en el negocio. El catálogo de medias sonrisas y guiños picaruelos que las jóvenes aladas han de lanzar al viento resulta soso e infantil, sin pizca del fenomenal sex appeal que imprimían a cada gesto Claudia Schiffer, Naomi o Eva Herzigova. No solo han desaparecido las mentes de mujer, también han desaparecido los cuerpos: no hay pechos, no hay caderas, no hay erotismo, no hay sexo. Ni rastro de las mujeres con poder que eran en estas figuras escuetas, aniñadas, indefensas. ¿A quién le daban miedo las aladas amazonas de Victoria's Secret que las han reducido a inofensivas aprendizas?
20 de enero-18 de febrero
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