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Este otoño, Uniqlo, la marca japonesa especializada en básicos de calidad a un precio más que ajustado, abre tienda en Barcelona. Será el principio del desembarco de una manera distinta de acercarse a la moda, más pendiente de la comodidad y la función que del ir y venir de las tendencias. Aunque algunos analistas explicaron la llegada de Uniqlo a España como un reto para Zara, lo cierto es que su esencia no tiene nada que ver. Aunque ambas marcan aspiren a cierta uniformización, una discurre tranquila mientras que, la otra, es cien por cien latina: gritona, tumultuosa, abrumadora.
En Uniqlo, los abrigos, anoraks y plumíferos se llevan el oro en cuanto a resistencia, peso y durabilidad. El algodón responde y la lana y la cachemira es suficientemente suave. Puede que no haya alardes de diseño, pero la calidad de los materiales compensa. En general, la firma japonesa produce ropa para personas que no quieren terminar definidas (o directamente engullidas) por un 'look'. Optar por su minimalismo con un punto inevitablemente aburrido es buena idea para quienes no tenemos tiempo, talento o recursos (o las tres cosas) para presentarle cada día un estilismo al mundo. Un alivio total.
En ese contexto hay que entender su propuesta de vender ropa a través de máquinas expendedoras: las clientas de Uniqlo no esperamos una experiencia de compra, sino que la compra nos deje tiempo para otras experiencias. En los próximos dos meses, diez de estas máquinas se instalarán en Nueva York, Houston y Oakland, sobre todo en centros comerciales y aeropuertos. Uniqlo espera que la gente recurra a ellas para comprar camisetas térmicas y chaquetas ultraligeras para bajadas de temperatura inesperadas o tormentas no anunciadas. Si tienen éxito, no tardaremos en verlas en los aeropuertos de Madrid y Barcelona.
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