El truco que nos ocupa, el french tuck, ha sido resucitado por la reprogramación de la serie "Queer Eye" en Netflix. No os la podéis perder: es el seguimiento a cinco divertidísimos estilistas gays que se enfrentan a la tarea de actualizar los looks de todo tipo de personas. Sin embargo, el french tuck es un clásico básico en el armario de trucos para vestir a las siluetas más curvilíneas: para nosotras, es casi como respirar.
Otro lugar donde lo vemos constantemente es Zara: los estilistas lo usan para mostrar las superposiciones, destacar las capas y darle un giro interesante a prendas monocromas. El french tuck consiste en meter por dentro un parte de la camisa o la parte frontal de un jersey o camiseta, mientras que el resto queda suelto. Su primer y más importante efecto es un básico del maletín de herramientas del estilista: alarga visualmente la pierna, de forma que la silueta parece más longilínea y delgada, y marca la cintura.
En realidad, solo existe una regla para que el french tuck funcione: que no parezca calculado, que dé la impresión de haber sido un gesto totalmente improvisado. Por eso, lo ideal es no buscar la simetría cuando metemos parte de nuestra camisa o camiseta. Y, si es posible, que nos quede ligeramente grande, para que pueda caer sin hacer formas extrañas sobre las caderas.
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