Paula Mendoza, fiel a el dorado

El día que vio a Beyoncé luciendo sus joyas quedará para siempre grabado en su memoria. "La estilista de la cantante nos había contactado por Instagram, pero fue toda una sorpresa", relata Paula Mendoza (Bogotá, 1978) desde Nueva York, donde lleva viviendo más de una década. "Instalarme en esta ciudad fue la mejor decisión que pude tomar para mi carrera: es ideal para desarrollar una marca", asegura. Hija de un arquitecto y una pintora, decidió dejar su profesión de comunicadora para dar un cambio radical a su vida "y dedicarme a lo que realmente me apasionaba: las joyas". Y lo hizo con un hilo conductor muy claro: la feminidad. Por eso siente predilección por piezas "que ayudan a cambiar la imagen de una mujer, que le aportan fuerza y seguridad".

Empezó con creaciones "un tanto hippies" para familiares y amigos, "y, por supuesto, para mí. Eran el complemento perfecto para elevar un look y la forma que tenía de vestirme de una manera más personal". Cuando finalmente se decidió a cambiar de rumbo, se fue a Perú a estudiar la técnica de la filigrana, un tipo de joyería basada en el cuerpo. Un movimiento vital parecido al que hizo Salvatore Ferragamo en los años 20 del siglo pasado, cuando decidió lanzarse a aprender anatomía aplicada para conocer mejor la estructura de la silueta femenina.

Tras pasar una temporada en Washington, recaló en Nueva York y allí empezó a diseñar sus joyas de grandes volúmenes que, desde el principio, produce en la capital colombiana. Las fabrica en oro de 24 quilates, "ese tipo colombiano que es entre rojo y naranja", explica. Hoy, además de liderar su marca, es directora artística de Cano, la firma de joyería más grande de Colombia, que distribuye en España El Corte Inglés.