La industria textil es la responsable del 8% de las emisiones de C02 a nivel global y del 20% de los vertidos tóxicos a los ríos y los mares. /
El planeta está hecho de material sensible y, si seguimos inmersos en este bucle frenético de consumo, pronto necesitaremos varias Tierras para sobrevivir. Estos datos dan cuenta del daño que hacemos al medio ambiente a través de la moda y explican la creciente preocupación de autoridades, industria y consumidores para cambiar la manera de entender el consumo y la producción de ropa.
En 2000, la producción de prendas era de 50.000 millones. En 2015, se había duplicado a 100.000 millones.
El cultivo del algodón convencional requiere de un 25% de pesticidas y un 11% de insecticidas más que el orgánico.
La industria textil es la responsable del 8% de las emisiones de C02 a nivel global y del 20% de los vertidos tóxicos a los ríos y los mares.
El consumo de ropa casi de ha duplicado de 1 billón de dólares en el año 2002 a 1’8 billones en 2015. Y las previsiones siguen creciendo y lo elevan a 2’1 billones de dólares en el año 2025.
Actualmente, adquirimos un 60% más de ropa que hace 15 años, pero la conservamos la mitad del tiempo.
Para producir los 250 gramos de algodón necesarios para hacer una camiseta de algodón se precisan 2.700 litros de agua, lo que bebe una persona en tres años.
Cada español se deshace de siete kilos de ropa al año, lo que supone unas 326.000 toneladas anuales.
Duplicar la vida útil de la ropa de un año a dos reduce las emisiones de gases de efecto invernadero en un 24% a lo largo del año.
El proceso de producción de la moda rápida afecta a la biodiversidad de los ecosistemas de forma grave. Te damos las claves de un reto en el que todos estamos involucrados.
-¿Sabes que es el upcycling? Este concepto no solo habla de reciclaje, sino del valor añadido que puede adquirir una prenda por el hecho de ser reciclada. Es la forma de cerrar el círculo de vida útil de una prenda y apostar por su reutilización para alargar su duración. La mala noticia es que solo una mínima parte de lo que se fabrica vuelve al proceso productivo. Según el informe de la Fundación Ellen MacArthur, una referencia a nivel global en la economía circular, “en 2015 solo se recicló de esta manera el 1% de los tejidos”, revela Gema López, directora de Slow Fashion Next.
-El reto de la moda. La ecuación es sencilla y afecta a la cadena de custodia: menos prendas, más calidad, procesos de fabricación más limpios y menor consumo de recursos naturales es igual a una moda realmente más sostenible.
-Hacia un futuro más ecológico. Los gobiernos empiezan a estar concienciados de la necesidad de regular este sector con criterios medioambientales. De hecho, en España, el Plan Estatal Marco de Gestión de Residuos establece el objetivo de que el 50% de los residuos estén preparados para la reutilización y reciclado en 2020. Por su parte, las marcas también están tomando cartas en el asunto. A finales del año pasado, 43 multinacionales, entre ellas Inditex, Gap, Burberry, Hugo Boss, Levi Strauss y el grupo Kering, firmaron el compromiso Fashion Industry Charter for Climate Action, por el que se obligaban a reducir sus emisiones de C02 progresivamente hasta dejarlas en cero en 2050.
Aunque la slow fashion es todavía un movimiento emergente, cada vez más marcas, sobre todo pequeñas y medianas, apuestan por una moda ecológica, que pone el foco en los materiales con los que elaboran sus productos y en los procesos que emplean en su fabricación. En el directorio www.modaimpactopositivo.com se puede encontrar una buena representación.
1. Valores en alza made in Spain:
- Ecoalf. Convierte los residuos marinos, como algas y botellas de plástico recuperadas del mar, en zapatillas y prendas textiles.
- Ternua. Fabrica ropa técnica con algodón orgánico y plumas recicladas. Ha eliminado totalmente las sustancias químicas conocidas como PFOA y PFOS de sus productos.
-El Naturalista. Hacen zapatos cosidos a mano y solo con materiales reciclados de otros usos.
- One Oak. Diseñan relojes de madera, gorras y mochilas sostenibles. Además, por cada venta se comprometen a plantar un árbol.
- Yuccs. Ligeras, transpirables y flexibles, estas zapatillas se fabrican a partir de productos naturales premium como la lana merina. Las plantillas están hechas de aceite de ricino y la suela es de goma EVA.
- Sepiia. Comercializa camisas que no necesitan planchado, elaboradas con un tejido antimanchas y con partículas antibacterianas, lo que evita los malos olores y espacia la necesidad de lavado.
- Canussa. Esta firma de marroquinería vegana utiliza una microfibra textil sostenible que desarrolla Grupo Morón en Burgos.
2. Licencia para experimentar:
En la sala de prueba de los nuevos materiales se experimenta con componentes alternativos que reduzcan el impacto ambiental. Estos son algunos de los más novedosos y ya están siendo utilizados en la industria textil:
- Sacos de café: La firma Sylvia Calvo trabaja con sacos de café que adquiere en almacenes textiles y en el puerto de Barcelona para reciclarlos y convertirlos en prendas.
- Fibra de leche: Una innovación desarrollada por Qmilch, libre de químicos.
- Lyocell: Elaborado a partir de la celulosa o pulpa de madera y comercializado por Tencel.
- Piñatex: Procede del filamento de piña y se puede utilizar para fabricar ropa, calzado, complementos y hasta mobiliario de interiores. Es un descubrimiento de la española Carmen Hijosa.
- Poliamida reciclada: Se obtiene de desechos como redes, retales o alfombras, y la ha utilizado H&M en su colección Conscious.
-¡Alerta, poliéster!: Esta fibra sintética que encontramos lo mismo en una americana que en un body resulta extremadamente dañina. Los poliésteres sintéticos provienen de fracciones pesadas del petróleo y lo malo es que las prendas fabricadas con este componente cada vez que se lavan desprenden microplásticos que terminan directamente en el océano y entran en la cadena alimenticia.
Si quieres poner tu granito de arena, haz propósito de enmienda. Como explica Paloma G. López, presidenta de la Asociación de Moda Sostenible de Madrid, “el consumidor es el que dará la vuelta a la tortilla, porque en el momento en el que haga una compra más responsable, ética y ecológica provocará que todo el mercado se transforme y esto conllevará un enorme cambio social”. ¿Quieres unirte a este movimiento? Sigue esta hoja de ruta en la que encontrarás un decálogo de recomendaciones.
Puedes empezar por fijarte en dónde se ha fabricado la ropa, comprar prendas de pequeñas marcas artesanas, ropa hecha con materiales reciclados o de segunda mano.
Compra de forma más moderada. Piénsatelo dos veces y cambia tus hábitos de consumo.
Admite pagar más por algo mejor. Los materiales orgánicos son más costosos y eso, inevitablemente, se repercute en el precio final.
Minimiza tu huella de carbono espaciando los lavados de la ropa, haciendo una colada completa y prescindiendo al máximo de la plancha.
Asegúrate de que adquieres prendas que han sido producidas de forma ética, con sueldos dignos y empleo de calidad. En Bangladesh, uno de los países que más moda exporta, cobran una media de tres dólares al día.
Elige textiles elaborados sin productos químicos.
Crea tu propio estilo, no te dejes llevar por las tendencias efímeras y apuesta por diseños duraderos.
No tires la ropa vieja con el resto de residuos domésticos. Llevála a reciclar a las tiendas o dásela a otras personas que realmente la vayan a usar.
Repara los zapatos y no te deshagas de ellos: si son de buena calidad, te seguirán durando más tiempo.
Visita las tiendas de ropa vintage. Puedes encontrar piezas de valor a un precio muy razonable.
paloma G. López
Las asociaciones que abogan por una moda más responsable demandan una mayor transparencia y que cada prenda lleve su propia guía de trazabilidad. “La etiqueta debería darnos toda la información, todo el recorrido de esa pieza, para saber si estás ante una prenda sostenible de verdad, pero ahora mismo eso no es así en la mayoría de los casos”, reclama Paloma G. López. En todo caso, existen sellos y certificaciones que avalan la procedencia sostenible de prendas y calzado. Fair Wear Foundation, Fair Trade Fundation, GOAT (Global Organic Textile Standard), Ecolabel, Der Blaue Engel o Global Recycled Standard o WorldWide Responsible Accredited Production son algunos de los más utilizados.
Nada de eso, todavía puedes darle una segunda vida a la ropa que no quieres. Lo primero de todo, antes de comprar ropa, como apunta Celia Ojeda, responsable de la campaña de Consumo de Greenpeace, es pensar bien si realmente la necesitamos. “Y lo segundo, ver si podemos repararla, adaptarla, tunearla de alguna manera para que se siga quedando en nuestro armario. Otra opción es intercambiarla y, finalmente, donarla”, añade.
Las grandes firmas están asumiendo su responsabilidad y están cada vez más concienciadas con la necesidad de contribuir a la cadena circular de la moda.
Guess, H&M, Okaïdi, Adidas, Columbia, Levi’s, etc. colaboran con la compañía I:CO para reciclar la ropa y los zapatos que desechan los consumidores. Sin embargo, como recoge el informe ‘Tiempo muerto para la ropa rápida’, de Greenpeace, reciclar no es fácil. “En el reciclado mecánico del algodón y de la lana se pierde calidad y el de los residuos textiles mixtos supone un verdadero reto, ya que hay que separar previamente las distintas fibras de las que están hechos y esto no es nada fácil”, aseguran.