En los 44 años que tiene su marca, más los 30 anteriores durante los que su padre regentó un negocio textil, Adolfo Domínguez ha superado muchas calamidades: un devastador incendio, una salida a Bolsa ruinosa, un intento de OPA hostil y la crisis de 2008. Ahora, Adolfo y su hija Adriana afrontan esta crisis con la inteligencia de David frente a Goliat.
Mujerhoy ¿Cómo trabajan una situación económica que por ahora se presenta adversa tras la crisis sanitaria? Adolfo Domínguez La vida es una lucha permanente contra la entropía, el desorden. Y es una ley física a la que no escapamos. El agua, si no le pones fuego debajo, si no le pones energía constante, se queda fría. Así es la vida, una lucha constante.
Adriana Domínguez El 28 de febrero cerramos el ejercicio de 2019, que fue muy bueno. Y arrancábamos este con planes y previsiones muy optimistas. Pero de las 391 tiendas en 21 países solo hay abiertas cinco. Estamos replanteando todo, con trabajo y optimismo.
M.H. ¿Las ventas online están ayudando? Adriana D. Había gente que pensaba que crecerían mucho, pero no le está ocurriendo a nadie, porque lo primero es la salud y la seguridad. Arrancarán después, sin duda.
M.H. ¿Venderán las colecciones actuales más adelante? Adriana D. Intentaremos retrasarlas a septiembre y, en último término, a 2021. El problema es que los pagos de tejidos y de todo lo demás ya están hechos y tener las colecciones almacenadas sin ventas supone contar con un pulmón financiero difícil de asumir. Para todos: España es un país de Pymes y empresas familiares que sufrimos ya una contracción enorme en el consumo y eso afecta gravemente a la caja, aunque hay sectores como la alimentación que no están sufriendo. Nosotros somos una empresa sin deudas y esperamos que el consumo vuelva a la normalidad tras la crisis sanitaria, porque no es una crisis sistémica. Ahora estamos resistiendo sujetos a muchos gastos, al pago de alquileres, por ejemplo. Estamos negociando y algunos lo entienden, pero otros no, como los centros comerciales o los grupos de inversión. Este es un problema global, de toda la sociedad, y debemos afrontarlo juntos con solidaridad. Por eso son muy importantes las medidas que toma el Gobierno. Ahora hay que volcarse con el primer frente, el sanitario, y luego con el económico. Hay que prestar ayudas a todo el tejido empresarial.
adolfo domínguez
M.H. Lleva casi tres años al frente de la gestión de la firma y, cuando las cuentas están saneadas, llega esta crisis. Adriana D. Es un puñetazo en el estómago que te deja sin aire, pero he aprendido de la familia la capacidad de resiliencia. La vida es así, y puedes tomarlo como un sufrimiento o como parte del baile. Mi bisabuela cultivaba lino, mis abuelos emigraron de Cataluña a Galicia y crearon una empresa en plena posguerra. Tuvieron que vivir cinco años separados, porque entonces no había créditos, no había nada. El tenía que estar en Cataluña para comprar los tejidos, querían verlo físicamente y cobrar al momento, nadie se fiaba de nadie. Montaron una empresa de la nada.
M.H. Su padre es otro luchador. Adriana D. Así es. En 1974, con 24 años, se unió a mi abuelo y levantaron la fábrica. Pero mi abuelo murió dos años después y el, con 26, se quedó solo con Jesús y sus otros hermanos menores. Unos años después sufrieron el incendio de la fábrica que destruyó todo y volvieron a empezar de cero. ¡Estuvieron cuatro meses sin ropa en las tiendas! Y luego la salida a Bolsa, el intento de OPA hostil con el que nos daban por acabados... Se hablada de David contra Goliat. Y salimos adelante y llegaron los mejores años. Pero luego la crisis de 2008 nos cogió con el pie cambiado, porque acabábamos de hacer una enorme inversión y no podíamos rentabilizarla. La vida es así. Los chinos dicen que cada crisis es una oportunidad.
Adolfo D. Mi abuela cultivaba lino y yo la veía hilarlo y tejerlo. Mi infancia y mi vida están llenas de lino. Cuando empezábamos, muchos clientes nos devolvían la ropa porque se arrugaba. De ahí partió el eslogan “La arruga es bella”: había que decirles que la arruga es bella de verdad. Y sigue siéndolo.
M.H. Su filosofía es siempre arriesgada, avanzada. Ahora apuestan por el “Sé más viejo”. Adriana D. Tenemos que cambiar al esencialismo; hay que perseguir una felicidad con menos cosas. La moda es muy hermosa, pero ahora tiene un lado oscuro: la caducidad inmediata. Está pensada para que el estilo dure muy poco y para que la calidad también aguante solo unos lavados... Como los electrodomésticos, diseñados para que duren tres años. Eso me produce mucha desazón. Y la gente tiene que acordarse de los viejos, de que vivieron con muy poco y lo hicieron con alegría. Son un ejemplo.
Adolfo D. Sigo diciendo, como siempre, que debemos hacer cosas para que duren. Así evitaríamos esos continentes de plástico en los océanos.
M.H. Pero el consumo es lo que mueve la economía. Adriana D. Ahora hay demasiada hambre de consumo: tenemos muchos bolsos, mucha ropa, el armario lleno y, sin embargo, decimos “no tengo nada que ponerme”. Hay una regla, la del 80/20, que lo dice todo: el 80% de lo que tenemos en el armario lo utilizamos un 20% de las veces. Y el 20% restante de las prendas las usamos un 80% de las ocasiones. Resulta que un 80% de lo que tenemos no nos sirve para nada. ¡Eso es un error!
M.H. ¿Nos replantearemos la forma de consumir? Adriana D. Debemos replantearnos todo. Lo decíamos en la campaña “Piensa. Luego compra”. En los probadores teníamos carteles con “Piensa si te queda bien”, “Piensa si lo necesitas”... Aunque pueda parecer contra nuestros intereses, piensa, piensa, piensa. Y luego, compra.
Adolfo D. Es posible que necesitemos replantearnos la manera en que vivimos, en general. Y no debemos olvidar que estamos sujetos a las leyes de la física. La tendencia es al caos: los momentos difíciles siempre van a volver. Y siempre hay que sobreponerse.
M.H. ¿Y cómo resolvemos el crecimiento económico? Adriana D. Podemos apoyar otros modelos de consumo. Y eso no significa parar la economía, sino resetear qué economía queremos, qué queremos comprar y qué no. Y el consumidor tiene un poder brutal para conseguir el cambio. Cuando una camiseta cuesta tres euros, menos que un sándwich, para qué lavarla... Compras otra y otra. Eso es una aberración que hay que cambiar.
M.H. Nuestro poder adquisitivo es el que es. Adriana D. El sector del lujo se basa en la esencia, artesanía y calidad, porque son tesoros. Y el problema es, efectivamente, que tiene un precio que no nos podemos permitir. Nosotros, en el sector premium, apostamos por la calidad, la sostenibilidad, la transparencia en el trazado del producto. La industria textil está para quedarse siempre, hay que vestirse siempre, no podemos ir desnudos por la vida. Pero hay cosas a revisar y en el textil ya hay muchas marcas que trabajan con compromisos sociales. Es hacia donde queremos ir: a una moda más responsable y perdurable, menos inmediata.
M.H. ¿Millennials y Generación Z, muy concienciados con muchos valores, combinarán un jersey durante 10 años? Adriana D. A cada generación le tocan retos diferentes y los grandes retos crean carácter, nos hacen más fuertes. Cuanto más sabes, haces mejor. Cuando coges conciencia, te sensibilizas y actúas de otra manera, cambias de comportamiento. Me encantaría que esta crisis nos hiciera reflexionar como individuos y como sociedad. Que valoremos más la calidad que la cantidad. La moda nos protege, nos hace sentir bien con nosotros mismos y provoca impacto en los demás. A todos nos gusta impactar y, ahora, como sociedad tenemos que ser capaces de que ese impacto social también genere buen impacto en el planeta.
M.H. ¿Se incrementarán los productos de cercanía? Adriana D. Quizá haya un proceso de desglobalización, con producción local, más cercana, en el que nosotros creemos. Producimos mucho en Levante, en Portugal... El 80% de nuestros bolsos son veganos, no hay cuero en el textil... Hay firmas como Ecoalf que hacen prendas con residuos plásticos procedentes del Mediterráneo y marcas americanas que ofrecen al cliente elegir entre tres precios por la misma prenda, para que decida lo que vale.
Adriana domínguez
M.H. ¿Qué es lo mejor que ha aprendido de su padre? Adriana D. La capacidad de sacar fuerza cuando es necesario y la de visionar algo cuando no todavía no se ha manifestado. Y le agradezco muchísimo que me inculque no tener miedo a envejecer. Para una mujer es una liberación enorme ver que la edad te da seguridad, empoderamiento. Me enseña que ser fuerte es también saber ser vulnerable. Hay que huir del victimismo, la cólera y la incredulidad. Hay que seguir. Mi padre nació en unas montañas recónditas y su fuerza vital me empuja. Siempre se puede hacer algo. Mi padre es un viejo estupendo.
M.H. ¿Qué pasará tras el coronavirus? Adolfo D. Lo que queramos que suceda. Si somos inteligentes, lo tomaremos como una catástrofe natural o como una guerra. Y tomaremos medidas entre todos.
Adriana D. Es una lección de vida con muchos costes, una lección que nos enseña que estamos interconectados y que, más que nunca, hay que aplicar el lema clásico “Uno para todos y todos para uno”.
20 de enero-18 de febrero
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