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Escandalosos, rompedores, a veces imposibles pero sobre todo icónicos. La estética de los años 2000 no dejó a nadie indiferente y aunque pocas famosas salieron indemnes de aquella década, el regreso de algunos de aquellos estilismos es hoy más patente que nunca, tanto sobre las pasarelas como de nuevo en las calles. Y si hacemos memoria, una de sus mayores embajadoras, con todo lo que eso conlleva, fue Paris Hilton. Un auténtico huracán que nos regaló cientos de looks que forjaron un armario que hoy despierta nuestra nostalgia, responsable de encumbrar al chándal de terciopelo al número uno de la lista de prendas imprescindibles, pero también de elevar el estampado animal al podio de los looks nocturnos -de dudosa elegancia pero incontestable-, de que el rosa fuera el color de cabecera o de no querer llevar otras botas que no fueran de punta y de caña alta.
Veinte años después, el armario de Paris es más actual que nunca y muchas de las tendencias de las que no paramos de hablar este invierno beben de aquellos estilismos que ella se atrevió a lucir sin complejos. Una visionaria que ha sabido sobrevivir a todas las críticas para demostrar que es no es ninguna rubia tonta y para demostrarlo, este repaso histórico que sirve como nostálgico viaje de ida y vuelta.
En los cines, Una Rubia muy legal convirtió en 2001 a Elle Woods en el personaje más icónico de Reese Witherspoon, con un color por bandera: el rosa. Un legado que Paris llevó a la vida real declinando todo su look en más de una ocasión.
Arreglada pero informal. París y el chándal fueron inseparables durante toda la década, un look que cualquiera elegiría para sacar al perro o bajar a hacer la compra pero que ella lucía orgullosa en fiestas.
La resaca de Moulin Rouge tuvo su repercusión en el armario de Paris, materializado en corsés tipo bustier y faldas de encaje de tiro muy bajo.
Coordinar los estampados de un look arrasaba como la tendencia dosmileras por excelencia, y este de Dior permitía lucirlo desde las prendas hasta los accesorios. Un fenómeno que la firma francesa ha vuelto a recuperar esta temporada.
Desde el gorro de pescador hasta las botas altas de cordones, sin olvidar el vestido de flecos (que Bottega Veneta ha vuelto a poner sobre una pasarela este invierno). Apostar a un solo color y dar en el blanco, literalmente.
La prenda que Diane Von Fustenberg creó en los años 70, el wrap dress, es imprescindible en el armario de cualquier mujer, y el de Paris no podía ser ajeno a este fenómeno de masas.
La faceta bohemia de Paris también hizo acto de presencia a mediados de la década (que levante la mano quien pueda afirmar que la reprimió).
Puede que estemos ante el mayor triunfo estético de Paris, al menos ante su mayor conquista. El chándal de terciopelo (firmado por Juicy Couture) fue el uniforme cotidiano de la heredera, compañero de mil batallas y sello de identidad.
Top lencero, vaqueros campana de tiro bajo, cuñas de plataforma y bolso de asa corta. El conjunto que aparece en el diccionario como la definición exacta del look dosmilero.
La ropa muy corta y las botas muy altas (y de punta extrema). Una lección que Paris aprendió de Christina Aguilera y que perfeccionó haciendo del look motero uno de sus referentes.
Para dulcificar los estragos del autobronceados nada mejor que un vestido vaporoso palabra de honor en tonos pastel.
El 21cumpleaños de Paris fue el verdadero efecto 2000, celebrado con varias fiestas en las cuatro esquinas del planeta. Para festejarlo en Londres, Hilton no escatimó en brillos y, siguiendo las enseñazas de Marilyn, hizo de los diamantes sus mejores amigos
El country chic en su máximo esplendor, con homenaje a la bandera incluido, perfecto para lucir en la barbacoa del cuatro de julio.
Que a nadie se le olvide que Paris también tenía su faceta de empresaria y para demostralo, nada mejor que embutirse en el uniforme del poder, un sobrio traje de chaqueta de pierna ancha, para el lanzamiento de su primer perfume.
Sobre la alfombra roja una celebrity no era nadie si no iba vestida de Roberto Cavalli y Paris no iba a ser menos. ¿Para que decidirse entre lentejuelas, transparencias y plumas cuando puedes llevarlo todo a la vez?