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Un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Y no hace falta ser Peter Parker para comprender y extrapolar esta máxima al universo de las top models. Amber Valletta (Phoenix, EE. UU.,1974) sin ir más lejos ha sabido comprender la analogía y aplicarla con éxito a su vida profesional, convirtiendo así su fama en una valiosa herramienta a favor de un interés común: el del ecologismo. La que fuera uno de los rostros más reconocibles de la moda durante los años 90, pieza clave de la icónica pandilla formada por Kate Moss, Shalom Harlow o Naomi Campbell entre otras, ha diversificado su carrera más allá de las pasarelas ejerciendo con éxito además de como actriz o empresaria, como activista. Una ocupación que la ha llevado a luchar por la concienciación medioambiental y tomar partido para alzar la voz en numerosas plataformas e iniciativas.
La última de ellas, una colección de accesorios que ha realizado en colaboración junto a la firma Karl Lagerfeld, y que gira en torno a un modelo de referencia de la firma, el bolso K/Kushion, realizado en dos versiones con materiales innovadores y respetuosos con el medioambiente, veganos y reciclados, que se lanza en pocos días y que nos presenta en primicia. “No estamos viviendo un cambio climático sino una crisis climática”, asegura categóricamente en una entrevista concedida por videollamada desde su casa de Los Angeles. Desde que tiene uso de razón, Valletta recuerda haber sentido un profundo respeto y un vínculo muy directo con la naturaleza, inculcado por su madre, Theresa Malaby, quien luchaba contra la construcción de plantas nucleares, y que ella misma tradujo más tarde al implicarse como portavoz del movimiento Oceana's Seafood Contamination Campaign, que advierte de los peligros del envenenamiento de la comida marina por la presencia de mercurio en peces. Como testigo de excepción del funcionamiento interno de la industria de la moda, la modelo ha querido poner las cartas sobre la mesa y obligar a sus protagonistas –tanto a las marcas como a los consumidores– a enfrentar la realidad, para lograr un equilibrio en el que no esté en peligro la continuidad del planeta y que se sustente en una apuesta firme por la transparencia en la procedencia de las materias primas, el respeto y el trato digno a los trabajadores y los procesos de producción sostenibles. Todos los valores que representa esta colección en la que hay mucho más de ella que simplemente su nombre cosido en la etiqueta.
Han pasado cinco años desde que se planteó hacer una colección sostenible con Karl Lagerfeld hasta hoy que por fin se ha materializado. ¿Por qué ha pasado tanto tiempo y por qué cree que el momento era ahora? La primera vez que les propuse llevar a cabo este proyecto les entusiasmó la idea pero no estaban preparados por temas de producción. Sin embargo, durante este periodo la marca se ha involucrado mucho en valores sostenibles y por fin el público está mucho más informado de los problemas que afronta la moda y quieren comprar cosas que están hechas de la manera correcta, que duren y que tengan un valor real. Las piezas de esta colección se han hecho de forma muy consciente, con precisión, cuidado e innovación, y creo que su valor es muy obvio. Por eso espero que la gente se aferre a ellos para mantenerlos en su armario toda la vida.
A menudo cuando se habla de sostenibilidad en moda se suele asociar con el origen de las materias primas y los procesos de fabricación, pero el factor humano también es un gran escollo. ¿Es aún la parte del problema que menos visibilidad recibe? Absolutamente. La pobreza global es inmensa y las injusticias se suceden alrededor del mundo y no necesito mirar muy lejos, en mi propio país sucede. Pasa en todas partes. Es extremadamente importante que prestemos atención y nos centremos en la manera en la que percibimos el trabajo y a la gente que produce lo que compramos. Hay muchas capas y muchos estratos en este sistema y es necesario equilibrar la balanza.