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Ernesto Augusto de Hannover y Ekaterina Malysheva celebraron su boda esta semana. La cita era una de las más esperados tras cinco años de noviazgo. El enlace, primero civil e íntimo y después, religioso y multitudinario, se ha convertido en uno de los acontecimientos más destacados del año para el que la novia lució, con gran acierto, dos vestidos radicalemente opuestos firmados por su amiga Sandra Mansour.
Primero, la pareja se citó en el ayuntamiento de Hannover para firmar su matrimonio civil. En este primer evento, que tuvo lugar el jueves 6 de julio, Ekaterina optó por un vestido camisero en rosa pálido satinado. Las mangas se extendían en puños XL y el largo de la falda alcanzaba casi los tobillos de la novia. La abertura central dotaba de cierto movimiento a la prenda. Como complementos, la ya Duquesa de Brunswick-Lüneburg, lució un collar de cadena dorado y uns salones nude con tiras cruzadas en el empeine. En las manos, el tradicional ramo de novia con flores blancas.
Para el enlace religioso, la novia escogió un vestido más tradicional con tintes románticos, practicamente sacado de un cuento. La sobriedad de la que hizo gala el jueves quedó a un lado para la gran boda real de este sábado en la que Ekaterina se vistió de princesa con un vestido realizado en encaje blanco con falda abullonada completamente cuajado de bordados, perlas y pequeña pedrería que dotaba al estilismo de destellos metalizados. Un look tradicional inspirado en la Rusia natal de la novia se completó con un velo de encaje de chantilly y una tirara floral creada en el siglo XIX que pertenece a la familia real y que ya lucieron con anterioridad Carolina de Mónaco y Chantal Hochuli, primera esposa de Ernesto de Hannover y madre del novio. El ramo, igual que el del jueves, estaba compuesto por flores de color blanco.
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