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Era el desfile más esperado de la segunda jornada. Tanto que la locura por Custo empezaba mucho antes que el desfile. Famosos, compañeros de profesión, políticos, periodistas... nadie quería perderse el show y la sala del teatro donde se celebraba el desfile colgó el cartel de lleno absoluto. Custo se hacía de rogar hasta que, casi media hora más tarde de lo previsto y una vez que consiguieron sentar a todo el mundo, empezaba.
Ante la sorpresa del público, lo que vimos fue la colección de primavera/verano de la firma (y no la de invierno como había presentado el resto de diseñadores). Y es que igual que hizo TCN el primer día de la 080, Custo se ha unido al "see now, buy now". Lo veo, lo quiero y lo compro ya, sin tener que esperar seis meses a que esté en las tiendas. Por eso la colección era la misma que ya presentó en Nueva York el pasado mes de septiembre, solo con alguna modificación.
Sobre la pasarela, mucha sensualidad y una propuesta más de noche que nunca. Las chicas Custo llevaban asimetrías, enseñaban espalda, piernas y marcaban silueta con grandes cinturones y aberturas en faldas y vestidos mini. Las texturas se mezclaban: encaje, plumeti o rejilla que se adornaban con aplicaciones. Y muchos flecos. Una de las prendas más aplaudidas fue un vestido capa con capucha que se movía al son de la música con cada paso de la modelo.
Y, como nos tiene acostumbrados, la paleta cromática de Custo fue, como siempre, infinita. Desde los tonos pastel (del turquesa al lila) hasta los naranjas, morados y rojos. Sin olvidar el brillo con el que lentejuelas y dorados deslumbraron a los presentes.
En cuanto a prendas, las chaquetas tipo bomber y los vestidos destacaban entre las chicas; para ellos, los pantalones bermuda, por debajo de la rodilla y con estampados tropicales.
Anoche, el mejor elenco de maniquís de la 080 desfilaba para él. Pero había dos modelos muy especiales sobre la pasarela. Dos chicas que lucían los vestidos con más orgullo que el resto porque los había diseñado su padre. Eran Carlota y Montana, las hijas del diseñador.
Al final, un carrusel de color, luces y música cerraba un día que no podía tener mejor despedida.