Dolce & Gabbana convierten Venecia en el escenario más espectacular para su colección de Alta Moda

Tras el parón vacacional el circuito de la moda vuelve a recuperar también el ritmo. Y el escapismo parece ser la tónica dominante también en los desfiles de alta costura donde se repiten escenarios como la ciudad de Venecia, un lugar que ya eligió Valentino el pasado mes de julio con una de sus propuestas más sugerentes y sublimes hasta el momento, y cuyo testigo ha recogido otra de las firmas italianas de referencia, Dolce & Gabbana que, tras encargarse de los siete vestidos de novia de Kitty Spencer hace poco menos de un mes, el domingo presentó en la ciudad de los canales su propuesta de Alta Moda.

Presentada en plena Plaza de San Marcos, la colección homenajeaba la singularidad de una ciudad irrepetible, una pieza única como la ropa de una colección de alta costura. «Esta colección es un homenaje a Venecia, a la opulencia de su historia, así como a la artesanía que ha construido y sigue construyendo sus tesoros. Hay arquitectura, carnaval, vidrios, mosaicos, el león, Tintoretto y Casanova. Y también la laguna cuyas sombras son contadas por la superficie satinada. Hemos explorado muchos aspectos de Venecia e intentamos trasladarlos a la ropa utilizando materiales originales como el vidrio, lo que también nos ha permitido experimentar con nuevas técnicas de confección», explican Domenico Dolce y Stefano Gabbana hablando de una colección que deparaba muchas sorpresas.

Los dos modistos, sin embargo se han mantenido alejados de las imágenes de postal más recurrentes, trabajando en las conexiones entre hechos, sugerencias y también estableciendo un diálogo de contrarios. Venecia, de hecho, es una ciudad contradictoria y precisamente sobre las contradicciones construyó su propio encanto: ¿qué tienen que ver los mosaicos dorados de la basílica de San Marcos con las máscaras de los actores de la Commedia dell'arte?

El vínculo está en la narración de una autenticidad multifacética que la colección declinó en un centenar de vestidos que las modelos lucieron tras llegar a la plaza en góndolas, sin duda el truco más efectista de la puesta en escena, repleta de lirismo y romanticismo.

Desde un vestido elaborado con pequeñas piezas de vidrio, a los estucos dorados sobre cuero bordado en el raso, zapatos con la parte superior con una pequeña punta y el tacón que parece un cristal de murano engastado, capas de raso con mangas construidas con puños que terminan como las máscaras del Carnaval o con las cúpulas de la basílica.

Vestidos escultura que replican la Torre del Reloj bordada en vidrio y otras que reproducen el Teatro della Fenice; prendas que se visten con los colores de los jarrones de cristal de Murano en colores lisos de gasa o satén que reverberan con el brillo del agua de la laguna. Todo envuelto en un aura teatral al que puso el broche de oro la cantante Jennifer Hudson, que actúo cantando Nessun Dorma, de la ópera Turandot, de Puccini, mientras entre el público destacaban estrellas como Helen Mirren, Jennifer Lopez, Heidi Klum, Christian Bale, Vin Diesel, Doja Cat o Sharon Stone.

Un espectáculo carnavalesco con la impecable factura de la inspiración felliniana donde las piezas estaban profundamente arraigadas en la artesanía local y la cultura creativa de la ciudad anfitriona, tanto para celebrar la riqueza de la artesanía italiana como para ofrecer a los asistentes un recuerdo único y específico del lugar.