LENCERÍA, PLÁSTICO Y SWAROVSKI
LENCERÍA, PLÁSTICO Y SWAROVSKI
Todo ha sucedido en las dos últimas décadas y a velocidad de vértigo: el traje de flamenca, una indumentaria propia del catálogo folclórico regional, se ha convertido en una propuesta de moda, capaz de proponer diseños innovadores al ritmo de las tendencias. Gran parte de la responsabilidad de esta mutación recae en la Semana Internacional de la Moda Flamenca (Simof), un evento que cumple ahora 30 años y que supo aflorar el talento creativo andaluz al servicio de una industria con raíz.
Aunque resumir 30 años de trayectoria en un puñado de looks es imposible, pedimos a Simof una selección de vestidos que marcaron esta pasarela y la propulsaron hacia lo que es hoy. Llamémosles 'diseños icónicos', propuestas que Pedro González, director artístico, define como «el que se queda en la retina, no por ser transgresor, extraño o novedoso necesariamente. Simplemente se queda por cualquier motivo. Ha habido vestidos maravillosos en estos años y muy interesantes, pero icónicos son los que permanecen en el recuerdo así pasen 30 años».
González recuerda especialmente un mantoncillo de tela de camuflaje y una falda para el Rocío con retales de moda vaquera, ambos creación de Pepa Garrido. También destaca la firma Castaño Clavel, ganadores como diseñadores noveles en 1999. «Fueron revolucionarios de la moda flamenca, incluyendo pantalones, mezclando 'prints' vegetales con lunares y con uso de una paleta inusual. Sacaron el traje de flamenca de la zona de confort y fueron pioneros en crear para personas que deseaban vestir flamenco sin vestirse de flamenca».
Raquel Revuelta, directora de Simof, subraya la evolución histórica de un patrón que, pese a sus obligatorias hechuras clásicas, ha sabido infiltrarse en nuevos usos que aseguran una renovada influencia social. «Hay que recordar que partimos de una bata de faenar que llevaban las mujeres que acompañaban a los tratantes de ganado a la feria…«.
«Fueron las aristócratas las que la adoptaron, mejorando los textiles y sofisticando el patrón inicial, hasta crear el traje regional andaluz que todos conocemos», continúa explicando la directora de Simof. «De ahí a a inspirar a Óscar de la Renta un traje que Anne Wintour llevó en la alfombra roja de la Gala Met en 2021, hay una evolución tremenda. Es todo un logro».
Son, finalmente, cinco los looks flamencos que el equipo de la Semana Internacional de la Moda Flamenca destacarse como icónicos, por el impacto que produjeron en el momento de salir a la pasarela. El primero tiene que ser de Melisa Lozano, la primera firma malagueña que desfiló en Simof. Lozano dio la campanada en 2008 con unos chubasqueros que la afición aún recuerda: replicaban exactamente y cubrían a la perfección los volúmenes del traje flamenco.
«Todo surgió porque en la Feria de Fuengirola, que es en octubre, siempre llovía un montón», explica la diseñadora malagueña. «Tenía que inventarme algo para que no se me mojara el traje de mi casa al recinto ferial porque, aunque llevaba paraguas, los bajos del vestido quedaban empapados. Aquel año dieron lluvia tanto para el Rocío como para la Feria de Sevilla, así que por fin cree unos chubasqueros con paraguas a juego con los vestidos que fueron un éxito. Llegado el momento del desfile, pedí luces que relampaguearan y puse el sonido de una tormenta y arrasaron. Me llovieron los encargos».
Al año siguiente, fue Juana Martín la que se llevó el gato al agua de lo icónico que se recuerda hoy. Presentó la colección 'Gitanas en el albero', con varios vestidos confeccionados en denim: con tela vaquera en distintas intensidades de azul o combinándola con volantes blancos y rojos. Revuelta, de hecho, quiere destacar su técnica a la hora de presentar el adorno más clásico del traje flamenco.
«Esos volantes que parecen claveles y que se han copiado tanto… La verdad es que Juana, que empezó en Simof, ha tenido un desarrollo profesional y personal importante». Efectivamente: lleva cuatro años presentando colecciones en la Semana de la Alta Costura de París.
En 2014, Inma Castrejón se atrevió a lo impensable: llevar el concepto de lo flamenco a la lencería. Y, claro, su colección 'A corazón abierto' se convirtió en la más comentada de la pasarela. «Era la primera vez que me presentaba como profesional y quería hacer algo espectacular, dar un punto de vista que se saliera de lo clásico, de los vestidos grandes y las batas de cola», recuerda la creadora. «Decidí irme a la prenda más pequeña del armario femenino, a lo más íntimo, también porque mi estilo ya era muy lencero de por sí. La colección fue todo un éxito».
«La recepción fue estupenda y la colección caló, aunque pensábamos que en los círculos más tradicionales de Sevilla no se comprendería tanto por ser demasiado transgresora», recuerda Inma Castrejón desde su taller en Sevilla. « En aquella época no existía Rosalía y jamás se había hecho algo así. Por suerte, la repercusión fue muy positiva y llamó mucho la atención sobre mi forma de interpretar la moda flamenca. Siempre he tenido un estilo atrevido y fuera de lo corriente, pero a partir de esa colección se convirtió en una seña de identidad de mi marca».
Dejamos para el final los dos últimos diseños icónicos, ambos presentados en 2015. El primero lo firma Aldebarán, la firma cordobesa de Sonia Rojas que se inspiró en la indumentaria ecuestre de las amazonas, con faldas, camisas, chaquetas, enaguas y unos ponchos para el recuerdo. La colección 'Los Lirios' inspirada en los colores del campo y en el Rocío, presentó esta prenda con unos bordados inolvidables y confeccionados en lana merino de Béjar. Una prenda que pudo eternizarse, pese a que aquel mismo año se presentó uno de los vestidos más espectaculares de la historia de Simof.
Este vestido estelar tenía que ser de Vicky Martín Berrocal, una de las mujeres que más visibilidad ha dado a la pasarela de moda flamenca. Fue Nieves Álvarez la que lució una bata de cola bordada con 150.000 cristales de Swarovski y 150 apliques artesanales de flores, con un efecto tridimensional impecable. El vestido se confeccionó en Austria, en la central de la conocida firma de joyería, y requirió 60 horas de trabajo y un equipo de diez personas. Un lujo flamenco en toda regla.