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Demna Gvasalia, director creativo de Balenciaga, no se equivocaba: La Bolsa azul de Ikea se ha convertido en un referente del diseño del siglo XXI. Pero donde a Gvasalia se le ocurrió inspirarse en ella para proponer un maxi bolso imposible (2.000 euros), la comunidad de internautas ha decidido customizarla, utilizarla como material prima para realizar casi de todo. El hashtag #frakta (así se llama La Bolsa) reúne las creaciones que han partido del contenedor portátil de Ikea: desde unas chanclas a un... ¡tanga!
Lo cierto es que el ingenio de la comunidad digital es infinito, y la capacidad para adaptarse de la bolsa más que notable. Desde Pekín llega una máscara antipolución, un complemento más que útil en una ciudad con una boina de contaminación letal. Un usuario ha colocado las asas en el lateral de un pantalón, consiguiendo un efecto irónico-fashionista digno de Vetements, la firma personal de Gvasalia que manda en las tendencias globales.
Mucho más cuestionable es el tanga, con cadena incluida, que ha inventado un fan de la lencería poco final. La riñonera también es un poco aburrida... Por el contrario, las botas y la gorra son dos piezas de diseño fenomenal. Una española ha destacado por su aportación: un corsé. Se llama Sara Iglesias, es estudiante de moda y ha ganado gracias a su idea el premio Prospect Design 2017, un certamen de la escuela de diseño LCI de Barcelona.