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Por qué series como 'El cuento de la criada' y 'Black Mirror' están influyendo en la moda

La estética de la catástrofe, el cambio climático, los universos robóticos y los totalitarismos religiosos de series como El cuento de la criada o Westworld han dejado su huella en las pasarelas. Volúmenes extremos, piezas de exterior superpuestas... ¿Están influyendo las ficciones sobre futuros alternativos, y su épica de la resistencia, en nuestra manera de vestir?

El último proyecto de Prada es una miniserie de ciencia ficción cuyo argumento podría servir para uno de los capítulos de Black mirror. Se llama Nylon Farm y está situado en una granja ultrainnovadora con ovejas cíborg, que en vez de lana producen nylon: un guiño a la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, de Philip K. Dick, en la que se basaba la película Blade Runner y, al mismo tiempo, una loa al nailon, el tejido sintético que, en manos de la casa italiana, se ha convertido seña de identidad y epítome del lujo. Son cuatro episodios “ futuristas”, que podrían fácilmente formar parte del cada vez más nutrido grupo de series distópicas que triunfan en las plataformas de streaming. Esas que logran enormes cuotas de audiencia mezclando épocas y realidades paralelas, y abordan el pánico y la locura de una humanidad puesta al límite, pero también las aspiraciones generadas por el mundo del mañana.

¿Por qué los grandes diseñadores parecen haber absorbido en su estética el imaginario de estas ficciones catastrofistas? Porque quien dice distopía –si una utopía es el sueño imposible de un mundo ideal, esto es exactamente lo contrario– dice también esperanza.

Balenciaga y Black Mirror. Realidades inclementes o directamente postapocalípticas requieren capas y capas de protección, un estilo que Balenciaga no deja de actualizar. / d.r.

De la teocracia pesadillesca de El cuento de la criada, al monstruo en la sombra de Stranger things, pasando por los horrores digitales de Black mirror, los androides rebeldes de Westworld o la lluvia bacteriológica y mortal de The rain, todas estas series (por citar solo algunas) están contando de algún modo la misma historia: después del caos surge la luz y la reconstrucción de un mundo mejor, generalmente llevado adelante por un pequeño grupo de rebeldes que luchan contra el terror. ¿El guion? Todos tienen el mismo hilo conductor: la lucha entre las fuerzas del mal (terrorismo digital, desastre ecológico, deriva política) y el bien (combate feminista, desarrollo tecnológico, derechos y libertades).

Los mundos “del reves”, como el upside down de Stranger Things, se perciben en colecciones bipolares como la de Louis Vuitton, para este invierno. / d.r.

Visionarios y apocalípticos

“Esta tensión extrema fascina a los diseñadores –explica Pascal Monfort, fundador de la Asesoría REC, especializada en marketing y tendencias–. La estética distópica, que pasa de la sombra a la luz, del pesimismo a la esperanza, gusta a los visionarios de la moda que han preferido siempre las discordancias del mañana a la amabilidad de un mundo perfecto. Los creadores tienen una apetencia real por el futuro, por lo tanto, estas ficciones de anticipación les dicen muchas cosas”.

Tomemos como ejemplo al recientemente defenestrado Raf Simons que, para su última colección de hombre de otoño–invierno con Calvin Klein se inspiró en una película distópica de 1995: Safe, de Todd Haynes, que cuenta la historia de una mujer ama de casa (Julianne Moore), cuyo universo se convierte en un infierno cuando descubre que tiene una enfermedad ligada a problemas medioambientales. ¿La colección que propuso Simons? Pasillos de seguridad, chaquetas de bombero con bandas reflectantes, botas altas de obra, capuchas protectoras y vestidos cortados con mantas de supervivencia Mylar. Y todo ello se convierte, poco a poco, en vestidos campestres neo far west con velos, volantes y puntillas para darle al diseño algo más de ligereza.

Series como Westworld, que exploran un mundo en el que la humanidad no es patrimonio de las personas, tienen su réplica en la colección cyborg de Gucci. / d.r.

Miuccia Prada, por su parte, invita a las mujeres a salir de noche, pero, para evitar todo peligro, les propone botas como armaduras, bustiers de protección, chanclas en nailon color flúor y parkas de neopreno. La misma tensión y ansiedad la encontramos en el desfile de Balenciaga, que, con acumulación de piezas de exterior superpuestas presentadas en una decoración de montaña nevada, hacía pensar en un exilio forzado, como si hubiéramos tenido que huir llevando todo un armario sobre la espalda o como si un frío polar hubiera helado la tierra. Lo mismo ocurre con los atuendos posapocalípticos de Marine Serre y con los de John Galliano para Maison Margiela, que nos propone combinaciones herméticas (¿para un posible ataque bacteriológico?) y anoraks con volúmenes extremos. Sin olvidar esa extraña cofia de plástico con anchos rebordes que recuerda la emblemática de El cuento de la criada.

Las peculiares cofias de John Galliano para la Maison Margiela, ¿ecos de El cuento de la criada?. / d.r.

“La sociedad está en pleno cambio, pero no sabemos hacia dónde vamos, y estas ficciones traducen nuestras inquietudes –dice Marjolaine Boutet, historiadora especialista en series de televisión–. Contemplar lo peor nos avisa de los peligros posibles y nos permite prepararnos mejor. Nos encontramos con las mismas angustias de finales del siglo XIX con la revolución industrial, que dio lugar a una gran cantidad de culebrones escritos en estilo apocalíptico. Lo mismo en los años 60, con el temor por la guerra nuclear, pero también el primer viaje a la Luna. Es en esa época, en la que la televisión emite La cuarta dimensión y en la que fue inventado el estilo futurista en la moda gracias a creadores como Pierre Cardin, André Courrèges y Paco Rabanne”. Tan visionarios como Nicolas Ghesquière en la actualidad.

Pero quien dice distopía dice también pasarela entre los tiempos. En Stranger things, Westworld o Dark –la primera serie alemana que se ha convertido en un fenómeno en Netflix–, las fronteras entre los mundos de ayer, de hoy y de mañana se cruzan a velocidad de vértigo. Esta belleza de lo anacrónico, una temática que le interesa a Ghesquière, se encuentra en la escenografía de su desfile otoño-invierno, que se presentó en el patio Lefuel del Louvre: “Junto a la diseñadora y escultora Es Devlin, imaginamos una pasarela al estilo Stargate (la película de 1994 de Roland Emmerich). Con un pie en el pasado con la sala del Carrusel y un gran paso hacia el futuro, con una alfombra interestelar aureolada con una luz muy blanca. Las modelos atravesaban el portalón como si llegaran de otra época”. Devlin añade, que tanto Ghesquière como ella nacieron poco después de los primeros pasos del hombre sobre la Luna, “y esta posibilidad de viaje en el espacio influyó en nuestra generación. Nos apasiona el pasado y a la vez estamos enganchados a las oportunidades del futuro”. Entre ellas: la robótica, los algoritmos y la inteligencia artificial, todos ellos temas abordados en series como Black mirror o Real humans, entre otras.

The Rain y Calvin Klein: Botas de caucho, ropa antiinfecciones, cota de malla y estética sanitaria generalizada en el último desfile de Calvin Klein. La capacidad fagocitadora de la industria no tiene límites. Su creatividad, tampoco. / d.r.

¿El cíborg que ya somos?

“En este tipo de series, los guionistas nos llevan a esquemas dicotómicos –explica Pascal Monfort–. Por un lado, cuentan las derivas de la evolución tecnológica como la dictadura de los algoritmos y, por el otro, exponen el progreso de la cíborgcultura y sus avances médicos”. En ese sentido, Alessandre Michele, en Gucci, decidió que “el ser humano de mañana será un cíborg [es decir, una criatura compuesta de elementos orgánicos y dispositivos cibernéticos]”. En la aséptica sala de operaciones que sirvió de decoración a su desfile otoño-invierno, el creador mezcló las fronteras entre el hombre, el animal y la máquina, haciendo desfilar maniquíes extraños, producto de una fantasía terrorífica y descontrolada, como las que transportaban la réplica de su cabeza cortada. Una pincelada de Real humans, un poco de Westworld, una dosis de Black mirror. Si lo mezcláramos, obtendríamos el Cíborg Gucci, un poshumano, como escribe el diseñador en su presentación: “Tiene ojos sobre las manos, cabezas dobles y bebés dragón. Una criatura biológicamente indefinida y socialmente constante. El símbolo de una posibilidad de emancipación a través de la cual podemos decidir convertirnos en lo que somos”. Y es que al parecer, bajo la típica gorra de los Yankees que nunca se quita Alessandro Michele, se esconde también la materia gris de un guionista que podría arrasar con sus propias distopías.

En algún lugar del tiempo:

  • El cuento de la criada: apreciada por su dimensión feminista, la serie cuenta un futuro (escalofriantemente familiar) en el que las mujeres fértiles (las criadas)son dedicadas únicamente a la reproducción. Un golpe visual y ficcional que ha sacudido las mentes de espectadores… y diseñadores. (HBO).

  • Stranger things: Hawkins, en Indiana, es el escenario de unos inquietantes fenómenos sobrenaturales ligados a mundos paralelos. Al final, el triunfo de la luz sobre las tinieblas recuerda también la escenografía de los desfiles de moda. (Netflix).

  • Westworld: un parque de atracciones poblado de androides sumerge a los turistas en el Lejano Oeste. Cuando uno de los robots se descontrola, el lugar se convierte en un caos. Entre el viejo y el nuevo mundo, es una visión distópica cercana a las de los de los diseñadores más vanguardistas. (HBO).

  • Black mirror: cada episodio está ligado a un tema común: las consecuencias (de pesadilla) de las nuevas tecnologías. Un mundo no muy lejano en el que se mezclan las más bellas innovaciones y sus derivas inesperadas. (Netflix).

  • The rain: tras una lluvia mortal que ha matado a la mitad de la población, los rescatados se lanzan a la búsqueda de los supervivientes. Ropa de seguridad y máscaras, como en las pasarelas post-apocalípticas de la temporada.(Netflix).

  • Real humans / Humans: en un futuro (¿posible?) los hubots, androides casi humanos, son vendidos como electrodomésticos. Como cualquier minoría oprimida, luchan por sus derechos… contra los más reaccionarios. (Movistar+ y Netflix).

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