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¿Volverá la moda al minimalismo por la crisis global del coronavirus?

La crisis mundial del coronavirus ha dado un vuelco a nuestras vidas en todos los órdenes, hace saltar por los aires el estado del bienestar conocido y conlleva muchos cambios que también condicionarán nuestro comportamiento a la hora de consumir moda y nuestra forma de expresarnos a través de la ropa.

Pincha en la foto para repasar las 10 prendas básicas (low cost) que tienes que tener en tu armario estos días./imaxtree

Pincha en la foto para repasar las 10 prendas básicas (low cost) que tienes que tener en tu armario estos días. / imaxtree

Gervasio Pérez
Gervasio Pérez

Igual que ocurrió en 2008 con la crisis económica, ahora estamos comprando mucho menos (porque debemos estar en casa, entre otras razones), pero una vez que se controle la epidemia y podamos volver a la normalidad del día a día, el acercamiento a las tendencias y a la moda quizá también sea muy diferente al que hemos tenido en estos últimos años.

Tras la crisis de 2008 las colecciones se volvieron más serenas, menos pomposas y barrocas precisamente por la austeridad económica del momento y el miedo a una situación más adversa y prolongada. Se impuso la sencillez en el vestir, la prudencia estética frente a la excentricidad, el barroquismo y el alarde y el culto a la logomania que había habido en los primeros años del XXI. Fue el reinado de Phoebe Philo en Celine, de Michael Maier en Bottega Veneta. Fue la época de “uniformes” en colores básicos, de vaqueros y camisetas (empezaron a incluirlas en sus colecciones todas las marcas de lujo que hasta entonces se habían resistido a comercializar t-shirts) y fue el arranque del boom de las deportivas como calzado urbano masivo.

El minimalismo y la comodidad se apoderó de la moda tras la crisis del 2008. ¿Pasará de nuevo tras el coronavirus? / imaxtree

Pocos años después, sin embargo, la tendencia volvió a invertirse con el barroquismo y la excentricidad de las colecciones de Alessandro Michele para Gucci, la sátira irreverente de Jeremy Scott para Moschino, el glam ochentero de Olivier Rousteing para Balmain, el “renacimiento” de Versace, la explosión de las sneakers de colores (que apenas habían tenido repercusión alguna cuando Pierre Hardy presentó su modelo 102 por primera vez en 2006). El culto al logo volvió a primera línea, como los extremos estéticos de las divas de la música global, los “disfraces” en la gala del MET de Nueva York...

Blake Lively en la gala del MET del 2018 con un vestido de Versace. / getty

Y si hay una norma que en la moda siempre se puede aplicar es que el cambio es permanente. Así que las últimas temporadas han empezado a reflejar el hastío de muchas firmas y consumidoras ante tanto gliter y brillos multicolores, ante el despilfarro del capricho momentáneo. Las proclamas del florecimiento de la moda sin género y la concienciación y responsabilidad por la sostenibilidad también se hacen oír más fuerte que nunca y hacen que el ciclo del exceso estuviera en entredicho antes de la epidemia del coronavirus.

Daniel Lee, el nuevo director creativo de Bottega Veneta, se ha convertido en el abanderado de esta tendencia que aboga por la sencillez estética, por las siluetas fluidas, por la ropa de inversión frente a la ropa de ostentación. Hedi Slimane, desde Celine, también reclama una moda más sosegada y atemporal que sirva para combinar con el paso de las temporadas, al igual que Nadege Vanhee-Cybulski en Hermès, Clare Waight Keller en Givenchy, Louise Trotter en lacoste, Christophe Lemaire o el español Adolfo Domínguez, que en las campañas de los últimos años ya abogaba por la sostenibilidad y en la actual, titulada “se más viejo”, reclama “no comprar más, sino elegir mejor”.

Desfile de Givenchy. / imaxtree

La crisis sanitaria y económica del coronavirus quizá sirva (aunque es difícil establecer previsiones con rotundidad) para acelerar esta corriente por un consumo más responsable, menos caprichoso e inmediato, por un consumo que no siga acelerando la destrucción del planeta y quizá nos ayude a hacer unas compras en las que gastemos mejor nuestro dinero.

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