moda
moda
De un color que recuerda a uniforme de colegio pijo, un olor inconfundible y con unos bolsillos donde (si hay suerte de conservar uno vintage) se pueden encontrar pesetas y coleteros de Snoopy. Sí, es el Barbour. Ese inconfuncible abrigo encerado que se convirtió en seña de identidad de las niñas bien de los 90 y que ha vuelto para quedarse. Pero, ¿de dónde viene y por qué ahora no paramos de verlo en todas partes?
Hagamos historia. Mister John Barbour, escocés ambicioso, empezó comercializandp textiles hasta que dio con la piedra angular de su floreciente negocio: una tela encerada que protegía de las inclemencias del Mar del Norte. Sus prendas de abrigo se popularizaron entre todos aquellos que trabajaban al aire libre. Con la llegada del siglo XX también llegó la venta internacional por catálogo, los uniformes militares y el crecimiento del emporio familiar que a día de hoy cuenta con la aprobación de la Corona Inglesa mediante tres Sellos Reales. Actualmente la marca tiene más de 2000 referencias (incluidas prendas para perros) pero sus clásicos encerados se siguen produciendo exclusivamente en la fábrica familiar de Simonside.
Pero entonces llegaron ellas. Por un lado Margaret Barbour, CEO de la empresa en los 80 y 90 y responsable del toque fashion a la prenda de abrigo british por excelencia. Por otro, nuestra siempre admirada Lady Di, que catapultó al cielo del estilo el encerado que antes solo llevaban pescadores y cazadores (bueno, y siendo justos, su suegra… que hizo de la mezcla Barbour/pañuelo de seda un must royal).
Y es que no ha habido mujer icono inglesa que no haya lucido palmito envuelta en este abrigo. Kate Moss o la siempre cool Alexa Chung, que nos ha demostrado que el Barbour es perfecto para ir de compras, de fiesta, o, por supuesto, de festival. Si algo nos han demostrado estas reinas del estilo es que esta prenda ya no está solo reservada para el campo.
Ahora, en la época en la que el mix and match es tendencia, podemos mezclar nuestro encerado con lentejuelas, gasas, vaqueros o taconazos. El Barbour no pesa en exceso, abriga y protege de la lluvia, su encerado ya no huele tan potente y combina con todo. Creo que no se necesitan más motivos para querer pedir uno a los Reyes Magos. Bueno, si todavía no te hemos convencido es que no has visto todavía la cuarta temporada de The Crown donde los Barbour son casi un personaje más de la historia.