Fotograma de Miss agente especial II, con Sandra Bullock. / ALAMY/CORDON PRESS

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Esos días

"Hay días que apetece no hacer nada. No ver las noticias, no seguir la curva de contagios, no escuchar a Trump ni preocuparse por el BOE. En esos días, quizá, hay que sentarse en el sofá con una manta, como cuando echábamos de menos pasar más tiempo en casa".

Hay días que no apetece conectarse a la clase de spinning ni a la de jatha yoga por streaming. Ni hornear pan. Ni glasear tartas. Ni cortarse el flequillo una misma, ni hacerse la manicura ni aprender a tocar el clavicordio online. Ni limpiar, ni ordenar los armarios por colores o el maquillaje según la fecha de caducidad. O lo que sea que diga Marie Kondo que hay que hacer con los pintalabios.

Hay días que están lejos del optimismo de Instagram, del ruido de Twitter, de la última temporada de The Crown, de los vídeos de niños intentando fugarse por debajo de la persiana. De las videoconferencias con amigos. A lo mejor es porque falta sol en la ventana. O porque una amiga está muy preocupada por su madre. A lo mejor es que esa mañana nos ha contado un compañero que su mujer es médico y tiene miedo.

Blondie, primer álbum del grupo estadounidense. / d.r.

Hay días que apetece no hacer nada. No ver las noticias, no seguir la curva de contagios, no escuchar a Trump ni preocuparse por el BOE. En esos días, quizá, hay que sentarse en el sofá con una manta, como cuando echábamos de menos pasar más tiempo en casa. Comerse un sándwich de pan de molde sin fibra, abrir una bolsa de cruasanes dudosos. Tomarse una copa de vino. Ver Miss agente especial 1 y 2. Poner un disco de Blondie. No peinarse. No leer esa newsletter tan buena que recibimos a primera hora de la mañana pero sí lo que sea de Nancy Mitford. O de Agatha Christie. No esforzarse por tener una idea brillante, por reinventarse o por lo que sea que tengamos cada uno que hacer dentro de unos meses.

Muerte en el Nilo, de Agatha Christie. / d.r.

Y eso sí, levantarse a las ocho, sacudirse las migas y la melancolía, y salir a aplaudir. Porque esta vez no estamos viviendo por encima de nuestras posibilidades, sino peleando, con orgullo, muy a la altura de las circunstancias.