revista

Otras cosas esenciales

"Adolfo Domínguez era una marca, creo, con la que se enviaban muchos mensajes. La modernidad contenida, la calidad sin ostentación, la comodidad elaborada..."

Desfile de Adolfo Domínguez en la Pasarela Cibeles de Madrid en 2010. / ABC

Lourdes Garzón
Lourdes Garzón

Con mi tercer sueldo me compré una gabardina de Adolfo Domínguez. Recta, unos centímetros por encima de la rodilla, sin cinturón, de color crudo. Yo acababa de encontrar trabajo como redactora en un diario nacional y la gabardina fue una inversión que medité con cuidado porque se llevó un buen mordisco de mi nómina. Era, desde luego, mucho más formal que la media de mi ropa entonces. Era moderna, era fácil y yo, cada vez que la utilizaba en una rueda de prensa, en una cita importante, conseguía eso que resulta tan difícil cuando acabas de firmar tu primer contrato: convencerme de que era adulta y competente.

Adolfo Domínguez era una marca, creo, con la que se enviaban muchos mensajes. La modernidad contenida, la calidad sin ostentación, la comodidad elaborada... Que te permitía seguir soñando con Moschino y Gaultier y calzarte una Dr. Martens los sábados sin decepcionarte cuando volvías a ella los lunes. Esa primera prenda estuvo mucho tiempo en mi armario. Y la marca ha ido y venido en mi vida. No es fácil, porque tendemos a asociar tiendas, diseñadores o siluetas de vaqueros con épocas estancas que empiezan y acaban.

Me he cruzado con Adolfo y con Adriana Domínguez varias veces en estos años. En fiestas, en presentaciones, en desfiles. Nunca he tenido en realidad una conversación tranquila con ellos, pero sigo su aventura empresarial con mucho interés y mucho cariño. Han pasado por éxitos impresionantes, y por momentos imprevisibles y complicados. Como dicen en esta entrevista, la primera juntos en mucho tiempo: “La vida es así, puedes tomarlo como sufrimiento o como parte del baile”. Estoy segura de que, una vez más, les irá bien. Porque han conseguido algo muy poco frecuente: que recordemos mucho tiempo después no solo cómo era la gabardina, sino exactamente, por qué la elegimos y cómo nos hacía sentir.

20 de enero-18 de febrero

Acuario

Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más

¿Qué me deparan los astros?