revista
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-La incertidumbre, que se ha instalado como un molesto ruido de fondo al que uno no se acostumbra pero tolera o casi olvida a ratos.
-La falta de grandes planes. O los planes muy en el largo plazo, porque el término medio parece haberse desdibujado. Pienso con claridad en hoy, pienso en 2021. ¿Y entre tanto? Qué sabemos
-Las alegrías que antes nos hubieran parecido simplonas y ahora nos iluminan el día: una cerveza fría, una mala película en el cine, un reencuentro, la imagen de un turista alemán en una playa española, un aeropuerto que ya no está desierto, un cartel de rebajas… UN PLAN DE VACACIONES.
-La casa como un refugio.
-Las prioridades claras sobre a quién nos apetece o no nos apetece ver ahora que la vida social ya no resulta infinita.
-El teletrabajo a ratos. Seguramente. Pero, por favor, uno más sano, no de guerra de guerrillas. Uno con fronteras, con principio y fin, con aire para respirar.
-Una cierta sensación de relajación a pesar de todo, que se ha extendido y que nos deja arrinconar los tacones o ver a Jane Fonda haciendo el tonto en Tik Tok.
-Las poses de algunas influencers.
-Las ensaladas/sándwiches del vending delante del ordenador.
-Las campañas electorales cada cinco minutos.
-Los atascos.
-Las listas de espera para reservar una mesa en el sitio al que, sí o sí, hay que ir.
-Esperar en un pasillo a que empiece una reunión.
-Las listas negras de películas racistas/machistas/ inconvenientes que se rodaron hace 40 años y que por eso cuentan realidades de hace 40 años. O 200.
-Las campañas de marketing alrededor de las listas negras. Y no, Fu Manchú no es responsable del rebrote. Podemos ver la maravillosa saga completa sin miedo.