Conocí a Viggo Mortensen hace unos años, en una producción de fotos. Todavía no vivía en Madrid, pero ya se manejaba muy bien en la ciudad en la que terminaría, primero enamorándose, y después instalándose. Llegó con la camiseta del San Lorenzo, su equipo de futbol, y una caja de alfajores para el equipo de producción. Leerán ustedes un artículo más adelante que habla del nuevo cool y el antiguo cool... Olvídense, el paradigma de lo cool era esa imagen de la estrella de El señor de los anillos, a punto de estallar como un grandísimo actor en Promesas del Este, todavía rodando Alatriste, con una camiseta de rayas y una cajita de alfajores de la mano.
Decir que Viggo Mortensen es guapo resulta una obviedad. Sí, es guapo. Y si alguien tenía alguna duda, quedó claro cuando cambió la camiseta por el traje que le había preparado el estilista. Hay dos tipos estrellas: los que se adaptan a los trajes y los que consiguen desde el minuto uno que el traje parezca hecho a medida con el único propósito de sentarle como un guante. Ese es Viggo. Decir que es inteligente, también resulta una obviedad. No solo porque ha elegido algunos de los mejores y más inesperados papeles de la industria de los últimos 20 años, sino por la manera en que los hace suyos. Con la misma aparente facilidad con que se adueña del traje sin ser David Ghandi o se mete al equipo en el bolsillo con unos bollos argentinos, él que tiene un plus danés en su genética.
Nos habló de su pequeña editorial, en la que publica ensayo, poesía y crítica literaria. De su hijo. De música. También hizo muchas preguntas con esa curiosidad de la extremada buena educación. Había algo tierno en su interés por contar que no era solo un actor. Como si ser un gran actor no fuera suficiente. Este año el Festival de San Sebastián premia el conjunto su carrera. Lo que quiere decir premiar muchas cosas diferentes que parece haber sido el verdadero empeño de su vida. Su editorial se llama Perceval Press, ya saben, ese caballero de la Mesa Redonda que no paraba de buscar el Santo Grial. Y que, seguramente, también era muy guapo.
20 de enero-18 de febrero
Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más
¿Qué me deparan los astros?