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Volveremos a esto, volveremos a lo otro

"¿Pero no habíamos vuelto ya? ¿O nos hemos ido otra vez? Son unos segundos que nos cuentan, en fin, lo bien que vamos a estar cuando acabe lo que sea que está viniendo".

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Lourdes Garzón
Lourdes Garzón

Igual es cosa mía, pero tengo la sensación de que han vuelto los anuncios de La Pandemia, primera temporada. Inevitables y puntuales como los del turrón. De repente, después de la información meteorológica, o del último capítulo de culebrón Luis Suárez, suena una musiquilla y damos un respingo en el sofá. Entre motivadora y melancólica. Con un estribillo que nos lleva por un momento, y de la oreja, a las mallas, el Resistiré y el yoga online. O nos asalta el eco de un eslogan que habíamos aparcado en el fondo de nuestra cabeza como los restos de harina de fuerza entre los botes la despensa. “Volveremos a esto, volveremos a lo otro...”. ¿Pero no habíamos vuelto ya? ¿O nos hemos ido otra vez? Son unos segundos que nos cuentan, en fin, lo bien que vamos a estar cuando acabe lo que sea que está viniendo.

Cuando los actores son terribles, y los diálogos un asco, puedes reírte sin remordimiento".

Lo malo (o lo bueno) de las segundas temporadas es que ya sabes un poco de qué va la cosa. Si los protagonistas son de fiar. Si la puesta en escena merece la pena. Si los guionistas nos van a sorprender con un cambio de registro. Cuando los actores son terribles, y los diálogos un asco, puedes reírte sin remordimiento, dejarla a medias, olvidarla.

No sé ustedes, pero yo viendo el tráiler, creo que voy a intentar refugiarme en la ironía antes que en la melancolía. Y sí, hemos aprendido algunas cosas de capítulos anteriores: a usar mejor el horno (en mi casa hasta tenemos uno nuevo), a cuidarnos entre nosotros, a confiar en el de al lado más que en el de arriba. En las siguientes temporadas, los diálogos serán igual de patéticos y la trama, un bucle mal resuelto. Nos preguntaremos quién ha hecho un casting propio de una producción de serie B. Recordemos todos cada una de estas escenas cuando llegue el momento de renovar (o no) nuestra suscripción a la plataforma en la que estamos atrapados Y ténganlo en mente: los que resistimos y decidimos somos nosotros. Es lo bueno de la televisión a la carta. Y de la democracia.