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Durante su vida profesional, usted, querida lectora, habrá ganado alrededor de un 22% menos que su compañero de mesa. Eso, si vive en Europa y si no ha reducido su jornada. Porque, en ese caso, su nómina habrá sido casi un 40% menor. Si piensa en sus años de trabajo, aunque no sea capaz de cuantificarlo de una forma tan clara como estas estadísticas de la Unión Europea, seguramente tendrá la certeza de que sí, ellos siempre ganaban más. Yo la tengo. ¿Por qué? Nos han repetido durante mucho tiempo algunas razones, casi todas indemostrables y que tienen que ver con una cierta falta de habilidad por nuestra parte: “Ellos negocian mejor, demuestran más ambición, son más hábiles...”. Es decir, en el fondo, en el fondo, se lo merecen.
En seis meses, las empresas españolas tendrán que hacer públicos datos de las nóminas de sus trabajadores que nos darán una idea de cómo de profunda es la brecha entre los salarios de hombres y mujeres. No la cerrará, pero podremos ver algo más de la foto. Un primer paso en un asunto en el que no hemos avanzado prácticamente nada en los últimos 10 años. Y no solo en España. Un artículo de The Guardian, por ejemplo, se quejaba hace unos días de lo tímido que era Reino Unido en sus buenos propósitos de impulsar la igualdad salarial.
Un primer paso, pero no el único ni el más importante. Quedan tantos... Quizá ganamos menos por esas razones, pero también por otras muchas. Nos conformamos más. Priorizamos que nos guste lo que hacemos. Renunciamos. Puede ser. Pero también porque nuestras subidas de sueldo en las promociones internas son menores. Porque las crisis nos golpean más directamente. Porque nos dedicamos a sectores peor pagados: el comercio, el servicio doméstico, la educación, la sanidad… Porque cuando un head hunter nos selecciona sabe que, generalmente, el punto de partida de la negociación va a ser más bajo que el del otro candidato.
Estadísticamente, usted va a seguir ganando menos, por lo menos de momento. Pero si me permite un consejo, no se resigne. También es muy probable que usted sea más valiosa para su empresa de lo que imagina. Que muchas veces tampoco somos conscientes de nuestra propia valía, también es un dato.