Tenemos la orina más cara del mundo. No lo decimos nosotros, sino un artículo médico en relación al consumo masivo de suplementos nutricionales en los países occidentales. El miedo a perder memoria y otras capacidades mentales (el 86 por ciento de los españoles declara temer a la enfermedad de Alzheimer, según el estudio Salud, Cerebro y Memoria) ayuda a entender ese incremento. En 2014 se consumieron 440 millones de estos suplementos, un 3,5 por ciento más que en 2013. Y cada vez más pacientes llegan a las farmacias preguntando si existe una pastilla para "la pérdida de memoria" o "para proteger el cerebro".
Pero los expertos lo tienen claro: si te alimentas bien, no necesitas tomar suplementos de ningún tipo. El estudio español PrediMed (el mayor y más prestigioso de todos los estudios nutricionales realizados en el mundo) demuestra tercamente cómo la auténtica dieta mediterránea asegura todos los nutrientes que una persona sana necesita.
"Incluso, nuevos datos extraídos de este estudio indican cómo la dieta mediterránea ayuda a prevenir el declive cognitivo que conduce a la enfermedad de Alzheimer y otras demencias, además de cánceres, infartos e ictus", explica Miguel Ángel Martínez, profesor de la Universidad de Navarra, miembro del Centro de Investigación Biomédica en Red CIBEROBN y coautor de dicho trabajo.
¿Fin de la cuestión? Lamentablemente, no. Porque, aunque sigamos una dieta perfecta, podemos desarrollar carencias nutricionales capaces de aumentar el riesgo de deterioro mental. Nuevos estudios han relacionado la deficiencia de vitamina B12 con un mayor riesgo de padecer trastornos mentales, incluida la pérdida de memoria y la depresión, y no solo en ancianos.
Como ejemplo, citan casos de pacientes ingresadas por depresión grave que, al comprobar que tenían niveles muy bajos de vitamina B12 y administrarles inyecciones de dicha vitamina, recuperaban su energía. "El déficit de vitamina B12 es más frecuente de lo creemos y está detrás de más casos de trastornos mentales de lo que pensamos", señalan expertos de la Wayne State University de Detroit (EE.UU.).
¿Por qué se produce esa carencia? La explicación está en la pérdida progresiva de la capacidad del aparato digestivo para extraer dicha vitamina a partir de los alimentos ricos en proteína animal (como carnes, pescados, huevos, lácteos...), que son los que la contienen. "Se calcula que entre el 10 y el 30 por ciento de las personas de más de 50 años podrían no producir suficiente ácido en el estómago como para liberar la vitamina B12 que su organismo y su cerebro necesitan", señalan los expertos de la Universidad de Oxford. Tanto es así, que un aporte suplementario de B12 puede ayudar a prevenir la pérdida de memoria asociada a las demencias.
La prueba de ello se encuentra en reciente estudio realizado por dicha universidad con 270 personas mayores afectadas de deterioro mental leve y con déficit de vitamina B12. Esta investigación revela cómo altas dosis de dicha vitamina frenaron el desarrollo de Alzheimer. Pero no solo los ancianos producen cantidades insuficientes de ácido gástrico. Según el estudio Framingham Offspring (que ha seguido a más de 5.000 adultos jóvenes), la absorción insuficiente de vitamina B12 a partir de los alimentos se da incluso en personas de entre 26 y 49 años.
Las dietas ricas en alimentos procesados y comida rápida, que alteran la flora y la mucosa intestinales.
El consumo crónico de ciertos fármacos, en especial antibióticos, inhibidores de la bomba de protones, antiinflamatorios y quimioterapia.
La cirugía de la obesidad, en la que se reduce parte del sistema digestivo.
La enfermedad de Crohn y la celiaquía, que conllevan mala absorción de nutrientes.
Ser vegetariano o vegano.
¿Qué podemos hacer si nos encontramos en esa lista? Los expertos recomiendan a los pacientes de riesgo y a los mayores de 50 años en general que consigan la mayor parte de la dosis diaria recomendada de B12 (de 2,4 microgramos) a partir de un suplemento nutricional o de alimentos enriquecidos con dicha vitamina porque, como la forma sintética de B12 no va unida a una proteína, no necesita ácido gástrico para su absorción.
Y estar atenta a los síntomas de deficiencia de B12. Los más comunes son cansancio, adormecimiento u hormigueo en manos y pies, úlceras bucales, problemas de equilibrio, pérdida de memoria, confusión, depresión... Hoy se sabe que muchos de esos síntomas pueden revertirse con altas dosis de vitamina B12 inyectada. Otros asociados a daños neurológicos pueden ser más permanentes. Por eso, los expertos recomiendan analíticas periódicas para comprobar los niveles de B12 en personas de riesgo. En esto, como en todo, más no siempre es mejor. Un suplemento de 500 a 1000 microgramos se considera adecuado. Más puede tener efectos no deseados.
Hace más de un siglo se comprobó cómo la anemia perniciosa (hoy catalogada como trastorno inmunitario), caracterizada por déficit de glóbulos rojos, implicaba la pérdida de las células del estómago necesarias para absorber la vitamina B12.
El caso más famoso es el de Mary Todd Lincoln, esposa de Abraham Lincoln, el 16º presidente de EE.UU. Superado por su comportamiento errático y sus crisis maníacas, su marido la ingresó finalmente en un psiquiátrico.
Hace unos años, el dr. John G. Sotos, cardiólogo norteamericano, leyó en una antigua carta que Mary Lincoln sufría de úlceras bucales. Como sabía que ese es un síntoma de déficit de B12, empezó a investigar. Su libro The Mary Lincoln Mind-Body Sourcebook explica cómo dicho déficit puede explicar la larga lista de síntomas de la primera dama. Para desgracia de ella, la anemia perniciosa no fue descrita hasta 1874, ocho años antes de su muerte. En 1934, los doctores Whipple, Minot y Murphy desarrollaron el primer tratamiento eficaz contra la enfermedad: administrar unos 225g de hígado crudo cada día. Hoy se trata con inyecciones y suplementos de B12.
20 de enero-18 de febrero
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