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Cuando los dientes no están bien alineados y los superiores e inferiores no están en contacto al cerrar la boca... puedes acabar en el suelo. Así lo ha confirmado una investigación de la Universidad de Barcelona que relaciona la oclusión dental con el control de la postura.
El nervio trigémino y el núcelo vestibular (responsables de masticar y del control del equilibrio respectivamente) se influyen el uno al otro, así como los músculos masticatorios y los cervicales. Esta influencia mutua explica por qué las malas oclusiones dentales perjudica al control de la postura. ¿La solución? Llevar la posición mandibular a un punto neutro, gracias a la ortodoncia.
Tener los dientes mal colocados puede ser determinante si practicas deporte. Según los autores del estudio, este factor afecta tanto al rendimiento final como al riesgo de sufrir lesiones cuando se combina con la fatiga propia de hacer ejercicio, ya que la combinación de cansancio y mala oclusión dental provoca desequilibrios inesperados.
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