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El problema. Las acrilamidas se producen cuando sometemos los alimentos ricos en azúcares y aminoácidos a altas temperaturas para cocinarlos y se las ha incluido en la lista de "probables cancerígenos". Pero existen formas de disminuir su creación al cocinar una fuente de patatas fritas.
Las claves. ríelas a un máximo de 160ºC (nunca por encima de 180ºC), en aceite de oliva o de girasol alto oleico y sin dorarlas demasiado o la cantidad de acrilamidas se triplicará. Además, no las almacenes nunca en la nevera, emplea patatas nuevas que no hayan pasado mucho tiempo almacenadas ya que estas contienen mucho más azúcar, y antes de freírlas déjalas en remojo peladas y cortadas durante unos 15-30 minutos.
Las patatas fritas son solo uno de los alimentos ricos en acrilamidas que se esconden en casi todos los alimentos fritos y horneados. Desde la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) avisan de que deberíamos controlar el consumo de los que contienen mayores concentraciones de estas sustancias: el café, los aperitivos, los cereales para el desayuno y las galletas.