vivir
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Son los verdaderos desconocidos en las recomendaciones populares sobre envejecimiento. Y, sin embargo, la mayor parte de nuestra resistencia a los efectos adversos propios del paso de los años depende de ellos, de que sepamos mantenerlos en forma.
Los telómeros son regiones de ADN situadas en los extremos de los cromosomas cuya función principal es mantener la juventud de las células y, por lo tanto, de todo el organismo. Cuando más largos son los telómeros, más capacidad para insuflar energía a nuestra dotación celular.
Aunque la investigación científica sobre los telómeros provee incontables campos para la experimentación (no solo el envejecimiento, sino también su función a la hora de protegernos de enfermedades relacionadas con la degeneración celular como el cáncer), resulta muy útil a pie de calle conocer qué circunstancias vitales acortan nuestros telómeros y, por tanto, reducen nuestra capacidad para resistir el paso de la edad, más allá de cremas, tratamientos y bótox.
El factor número uno que afecta negativamente a esta porción vital de nuestro ADN es el estrés. También el dolor crónico y la ansiedad pueden provocar su deterioro prematuro. En general, todas las circunstancias que alteran el ánimo y aumentan el estrés y la preocupación son letales para los telómeros: problemas laborales, enfados frecuentes, bajones emocionales, trabajo excesivo... Las circunstancias que afectan a los telómeros son tan comunes en la vida profesional, que parece imposible la tarea de preservarlos. Pero se puede.
Los expertos recomiendan ejercicio y dieta saludable como los primeros pasos para mimar los telómeros. Sin embargo, advierten de que hay otros ejercicios que es necesario practicar para preservar la salud emocional y protegerse del estrés que conlleva la vida diaria. Se trata de las prácticas cuerpo-mente que ayudan al organismo a relajarse: yoga, meditación, tai chi... Incluso prácticas repetitivas tradicionales como hacer punto, ganchillo o bordado ayudan a aliviar la presión que recibimos en el día a día. Parece que reservarse cada día un tiempo para la calma no solo ayuda a aliviar tensiones momentáneamente, sino que puede entrenarnos para distanciarnos emocionalmente de la presión que pueda sobrevenirnos a lo largo del día. El objetivo es blindarse para que dejen de afectarnos. Funciona.