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Buenas noticias para los adictos al Starbucks, al parecer beber tres tazas diarias de café te ayudaría a vivir más años, según dos estudios que publica la revista 'Annals of Internal Medicine'. Los investigadores de la Agencia Internacional de Investigación sobre el cáncer (IARC) y del Imperial College de Londres observaron que los que beben café tienen un menor riesgo de muerte por cualquier causa, en especial por enfermedades circulatorias y del tracto digestivo.
El café contiene sustancias que pueden interactuar con el cuerpo como la cafeína, los diterpenos y varios antioxidantes, cuya cantidad puede variar según la forma de prepararlo, y que al parecer se relacionan con la longevidad en algunas poblaciones. Sin embargo, el autor principal del estudio, Marc Gunter, del IARC, advierte de que debido a las limitaciones de la investigación no es posible recomendar a la gente que beba más café.
Aunque los resultados del trabajo sí "sugieren que un consumo moderado -unas tres tazas diarias- no es perjudicial para la salud y que incluso podría tener efectos beneficiosos". Este es el mayor estudio realizado sobre los efectos del café en la población europea, donde tanto su consumo como su preparación varían -desde el expreso italiano al con leche en Reino Unido.
Los expertos analizaron datos en diez países de 521.330 personas de más de 35 años procedentes del Estudio prospectivo europeo sobre dieta, cáncer y salud (EPIC). Al final los datos, mostraron que a pesar de la dieta o hábitos como el tabaquismo, el grupo que consumía más café tenía un menor riesgo de muerte, frente a los que no lo tomaban.
El segundo estudio, de la Universidad del Sur de California, concluyó que tomar café se "asocia con un mejor riesgo de muerte por enfermedades cardíacas, cáncer, accidentes cerebrovasculares, diabetes y dolencias respiratorias o de hígado tanto en población afroamericana, como japonesa, estadounidenses, latinos y blancos". Las personas que consumen una taza de café al día eran un 12% menos propensos a morir en comparación con aquellos que no lo consumían, independientemente de que el café fuera normal o descafeinado, lo que sugiere que los beneficios no están ligados a la cafeína.