En circunstancias normales nuestro cuerpo empieza a prepararse para dormir alrededor de las 10.30 de la noche, cuando empieza a segregar melatonina, así estará toda la noche hasta que amanezca, momento en que la melatonina se reducirá al mínimo. Es el modo en que nuestro reloj biológico se sincroniza con la naturaleza y con la luz natural. Cuando este ritmo se altera, aunque sea por una hora, por ejemplo, cuando se cambia al horario de verano, el sueño se altera y puede producir ataques de cansancio y de agotamiento inesperados.

La explicación, según algunos expertos del sueño, como la doctora Cathy Goldstein, profesora de Neurología de la Universidad de Michigan, es que te estás despertando cuando el ritmo circadiano del organismo aun no está promoviendo la fase de alerta que precede al despertar, y por el contrario, todavía está intentando dormir un poco más”.

Y en esos fines de semana en que cambia la hora, la gente suele ya llevar un horario alterado porque se acuesta y se levanta más tarde, con lo cual el efecto es acumulativo , y realmente se pierden más de dos o tres horas de sueño por día, y cuesta más esfuerzo volver a retomar la normalidad horaria.

La investigaciones muestran que perder una hora de sueño no sale gratis, por ejemplo se comen casi más de 200 calorías que en un día de descanso normal, y esas calorías suelen ser grasas y carbohidratos. La resistencia en los entrenamientos físicos, por ejemplo en el gym, cae en picado, y el rendimiento en el estudio o en el trabajo también sufre lo suyo. Algunos estudios hablan de un nuevo concepto, el cyberloafing o el tiempo perdido en Internet, que se multiplica después de una noche de escaso sueño.

Otros estudios sobre los trabajadores que trabajan por turnos han indicado que la falta de sueño produce problemas como obesidad, enfermedades cardiovasculares, e incluso cáncer.

Pero solo una noche de poco sueño no es suficiente para causar tantos problemas, pero sí produce una especie de sensación de resaca que te convierte en una persona más torpe y lenta de lo habitual.

Para evitarlo se recomienda irse a la camina 15 minutos antes de lo habitual e intentar despertarse también unos quince minutos antes de la hora de siempre, y mantener ese régimen hasta que el cuerpo se ajuste al nuevo horario (ahora que volvemos al horario de verano). Los expertos también recomiendan exponerse más a la luz natural temprano en la mañana, porque eso hace que el reloj biológico se ponga antes en marcha y se sincronice con el nuevo horario.

Esta disciplina habría que intentar mantenerla durante los fines de semana, cuando los expertos aseguran que es preferible despertarse a la misma hora y tomar luego una siesta a lo largo de día.