En inglés han encontrado el término perfecto, hangry (una mezcla entre hungry y angry) para describir esa manera de comer con más rabia que hambre. Y al que come en esas circusntacia se le llama hunger. Es un estado que puede definirse por el mal humor que uno tiene cuando decide ponerse a comer, un estado de ánimo que te lleva a lanzarse contra la comida y a devorar y tragar sin apenas masticar, buscando una alivio para esa rabia.

Se sabe que el hambre puede alterar nuestro estado de ánimo e incluso nuestro comportamiento, generando conductas compulsivas, pero son menos conocidos los mecanismos psicológicos presentes en el proceso contrario, el de convertir, la rabia en hambre. Varios experimentos han demostrado que las situaciones de estrés continuado pueden provocar que se cruce la línea entre el hambre y la rabia. Estos experimentos sugieren que en situaciones negativas muchas personas experimentan sentimientos de rabia que se exacerban si aún no han comido. Es decir los sentimientos negativos ante algo malo que sucede se intensifican si la persona también está un poco hambrienta.

Es cierto que el apetito tiene muchas gradaciones. Por eso para entender por qué comemos con rabia es importante identificar cómo el hambre impacta en sus emociones y sentimientos.

Los desórdenes alimentarios, la práctica frecuente de dietas restrictivas y la diabetes pueden afectar nuestras emociones, pero se necesitan más investigaciones para determinar por qué algunos se pueden saltar el desayuno sin llegar a la comida como unos basiliscos y otros, sencillamente no pueden evitar convertir su hambre en rabia y mal humor.

En algunas personas los primeros ruidos del estómago indicando apetito son suficientes para estar irritables con la persona que tienen más cerca, es un sentimiento irracional que los expertos escriben como “algo muy real”. “Si no comemos el azúcar en sangre baja y se liberan hormonas como el cortisol y la efinedrina que generan irritabilidad. Esa podría ser la explicación biológica. Otra hormona llamada neuropeptido también tiene un papel importante, porque crea sentimientos de apetito y se relaciona con la agresividad.

Otros experimentos han demostrado este fenómeno en las relaciones de pareja midiendo los niveles de azúcar en sangre en varias parejas y demostrando que mientras más bajo era el nivel de azúcar más angustia y agresividad se sentía hacia el otro. Lo describen como un mecanismo de defensa del organismo para conseguir comida.

El problema es que cuando se come con rabia nos apetece más dulce, caramelos y comida basura para buscar un pico rápido de azúcar en la sangre que nos llevará en poco tiempo a otra sensación de hambre rabiosa. Y así una y otra vez.

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