Puede que hace tiempo apretar los dientes al dormir fuera competencia del odontólogo porque su efecto más evidente es una dentadura desgastada . Pero desde hace una década el rechinar nocturno forma parte de la Clasificación Internacional de los Trastornos del Sueño gracias a que se ha comprobado que este bruxismo tiene una segunda víctima inesperada: nuestro descanso nocturno.
“El bruxismo del sueño consiste en apretar los dientes de arriba contra los de abajo de un modo descontrolado mientras dormimos, lo que acaba produciendo una sobrecarga muscular y consecuencias, sobre todo, en la dentadura”, explica el dr. Miguel Burgueño, Jefe de Servicio de Cirugía Oral y Maxilofacial del Hospital Universitario La Paz de Madrid. Se calcula que alrededor de un 8% de la población padece este trastorno. Millones de españoles que no descansan como debieran porque, aunque no lo sepan, ese apretar y rechinar de dientes les despiertan del 75 al 88% de las veces que se produce. Los episodios de bruxismo nocturno van acompañados de breves despertares de unos 10 segundos de duración que a la mañana siguiente no se recuerdan, pero que el cuerpo sí aprecia y a los que reacciona incrementando la frecuencia cardiaca, respiratoria y muscular. Estos microdespertares se pueden producir hasta 14 veces por hora a lo largo de toda la noche y consiguen desestructurar el sueño... lo que dificulta levantarse descansado a la mañana siguiente.
Varios estudios confirman que la gente que padece bruxismo del sueño tiene dificultades para descansar . Uno de ellos fue llevado a cabo por la Universidad de Chile en 2012 con pacientes bruxistas y no bruxistas y confirmó que los primeros poseían tres veces más probabilidades de sufrir un sueño de mala calidad que los segundos. Pero las consecuencias ocultas del bruxismo nocturno no consiste únicamente en fragmentar nuestro descanso. Al rechinar de dientes también se le ha relacionado con trastornos respiratorios importantes, como la apnea del sueño.
Según un estudio del Journal of Clinic Sleep Medicine, el 90% de las personas con bruxismo nocturno presenta también algún grado de apnea de sueño. El problema con esta relación es que nos sabemos si ha sido antes el huevo o la gallina: si porque tienes apnea bruxas o si el ser bruxista te predispone para sufrir apnea. “Yo creo que es la apnea la que favorece la aparición del bruxismo, pero realmente esto no está demostrado –explica el dr. Miguel Burgueño–. Lo que sí sabemos es que ambos trastornos están relacionados, aunque aún no hemos descubierto qué papel juega cada uno ni cómo interactúan”.
La relación existe y se barajan varias hipótesis para explicarla. La más interesante es también la más reciente y sostiene que el hecho de sufrir apnea y bruxismo a la vez no tiene por qué ser malo... aunque los dientes sufran. Esta hipótesis asegura que nuestro cerebro, cuando detecta que nos falta oxígeno durante el sueño (lo que constituye un episodio de apnea) envía una orden a los músculos maseteros temporales, que son los que cierran la boca, para que apretemos los dientes; esto provoca el consabido microdespertar y con él, sorpresa, volvemos a respirar.
Si tu dentista te dice que necesitas una férula porque tienes los dientes desgastados... es hora de pedir una segunda opinión. Existen otras condiciones, como sufrir reflujo, la dieta, padecer un trastorno alimentario, tomar ciertas medicaciones... que también desgastan los dientes. “Hay que investigar qué está pasando en esa boca porque no todos los desgastes son por bruxismo. Además, si existe un problema respiratorio durante el sueño sin diagnosticar y ponen una férula normal a ese paciente, se puede empeorar el cuadro. Hay que tener cuidado”, explica Mª del Carmen Benito Vicente.
La prueba para determinar si sufres o no bruxismo del sueño no la encontrarás en la consulta del dentista, sino en el hospital. Se llama polisomnografía y se hace mientras duermes. En ella se registra la actividad de los músculos masticadores (masetero y temporal), la del corazón, los niveles de oxígeno en la sangre y la frecuencia respiratoria, a lo que se agrega grabaciones de audio y vídeo para ver la actividad masticatoria durante el sueño.
“No podemos confirmar al 100% que sea así, pero lo que sí hemos comprobado es que si ponemos un dispositivo de avance mandibular para mejorar la apnea del sueño también disminuyen los episodios de bruxismo. El hecho de que al aumentar la vía aérea superior descienda la frecuencia de episodios de bruxismo nos hace sospechar que este sirve al organismo para aumentar esa vía de aire”, explica Mª del Carmen Benito Vicente Vocal de Disfunción Craneomandibular y Dolor Orofacial del Colegio Oficial de Odontólogos y Estomatólogos de la I Región.
¿Convierte esta nueva hipótesis al bruxismo en un aliado o sigue siendo un enemigo? Mientras se averigua la respuesta a esta pregunta, los expertos están optando por una vía intermedia para tratarlo. Tradicionalmente se le había combatido con todo tipo de fármacos ( relajantes musculares, anticonvulsivantes, antidepresivos...). Ahora el tratamiento se orienta en proteger los dientes e intentar reducir el número de episodios por noche para que haya menos despertares, pero sin eliminarlos del todo.
El tratamiento de elección actual consiste en férulas de descarga, unos “moldes” personalizados de los dientes que el paciente debe colocarse cada vez que se va a la cama. Estas férulas, además de proteger las piezas dentales reducen un 50% los movimientos relacionados con el bruxismo nocturno, lo que supone la mitad de probabilidades de despertarse. Para los pacientes con apnea del sueño se deben emplear otros dispositivos, los de avance mandibular: unas prótesis ideadas para adelantar la mandíbula que limitan los movimientos laterales al tiempo que liberan la faringe, reducen los ronquidos y permiten una mayor entrada de aire... lo que también implica un mayor descanso nocturno.
Pero se están estudiando más vías para reducir aún más la necesidad del cerebro de despertarnos por la noche. Una de ellas es reeducarle. “En el hospital estamos poniendo en marcha un sistema que aprovecha que la articulación de la mandíbula está muy próxima al conducto auditivo externo. Tomamos unas impresiones del conducto auditivo del paciente y con esa información hacemos una prótesis de silicona que debe colocarse en el oído a la hora de dormir. Así, al morder en exceso, se produce una pequeña molestia que hace que se relaje la mordida. El cerebro es muy listo, y en cuanto asocia el apretar los dientes con esa molestia evita el movimiento”, concluye el dr. Miguel Burgueño. Pues eso, a ver si aprende... y deja de despertarnos.
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