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Una encuesta realizada por el Instituto de la Mujer indagaba en los motivos para beber alcohol y mostraba que, mientras que las jóvenes lo asocian con conceptos como la diversión y el grupo, las mujeres mayores o de mediana edad apuntaban a problemas personales o aburrimiento. “En las etapas iniciales de la adicción, los hombres buscarían más el efecto euforizante y de diversión, mientras que en las mujeres buscarían más bien un efecto de alivio de estrés, depresión, ansiedad, insomnio y otros síntomas psiquiátricos”, afirma el doctor Josep Guardia Serecigni, psiquiatra de la Unidad de Conductas Adictivas del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona. Pero se consuma por lo que se consuma, beber alcohol tiene consecuencias.
Ha quedado demostrado que beber alcohol tiene peores y más rápidos efectos en el organismo femenino que en el masculino. Esto se debe, básicamente, a que dispone de menos enzimas ADH (Alcohol Deshidrogenasa), que son las encargadas de metabolizar el alcohol hasta niveles que el hígado pueda procesar y también a que nuestro cuerpo tiene una menor proporción de agua y, como consecuencia, el alcohol etílico lo tiene más difícil para diluirse y llega a la sangre en mayor concentración y provocando mayores estragos.
El alcohol es un tóxico que produce daños invisibles, que no dejan evidencia inmediata, más allá del dolor de cabeza y la resaca y, sin embargo, la OMS señala que cada año se producen en el mundo unos 2,8 millones de fallecimientos por su culpa (37.000 en España). El alcohol se relaciona con más de una veintena de enfermedades y está demostrado que las mujeres tienen una mayor predisposición a sufrir daños en el hígado, en el cerebro, problemas cardiovasculares.
“Diversos estudios recientes concluyen que más de 100 gramos de alcohol a la semana (unas 8 consumiciones) aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares, tales como hipertensión arterial, accidente vascular cerebral, isquemia coronaria, aneurisma aórtico y miocardiopatía alcohólica”, afirma el doctor Guardia Serecigni.
El autor de Salud a ciencia cierta (Ed. Planeta), el doctor Miguel Ángel Martínez-González, experto en Medicina Preventiva, catedrático de Salud Pública de la Universidad de Navarra y catedrático visitante en Harvard, añade: “Entre otros problemas de salud, el alcohol eleva siempre, sea cual sea la cantidad que se consuma, el riesgo de cáncer. Está vinculado a una mayor posibilidad de sufrir cáncer de laringe, esófago, hígado, mama (incluso consumiendo pequeñas cantidades ya aumenta el riesgo de este cáncer), colon y recto”.
Pues no... las evidencias científicas van poniendo cada vez más en relieve que el consumo de alcohol no tiene ningún efecto beneficioso para la salud física ni mental. Sin embargo, escuchamos con frecuencia que una copita del vino no hace daño sino todo lo contrario, que incluso es bueno para el corazón. Es una de las cuestiones en las que se fijó el Proyecto SUN (Seguimiento Universidad de Navarra) que observa a lo largo de los años las consecuencias del estilo de vida más de 20.000 personas.
Su impulsor, el doctor Martínez-González, deja claras las condiciones estrictas en la que esto es así: “Se sabe a ciencia cierta que el alcohol reduce el riesgo de tener una enfermedad cardiovascular, pero solo a partir de cierta edad: los 45 años en varones y los 55 años en mujeres”.
Las personas que pueden beneficiarse de los polifenoles (sustancias antioxidantes y antiinflamatorias del vino tinto) a través de lo que han denominado “ patrón de consumo mediterráneo”, además cumplen otros factores: tienen un buen estado general de salud, llevan una alimentación saludable y una vida activa, no han tenido nunca un uso problemático del alcohol, no toman destilados, ni se emborrachan nunca...
Según el Observatorio Español de la Droga y las Toxicomanías en España hay 1.600.000 personas con problemas serios con la bebida. De ellas, 300.000 son mujeres. Sin embargo, los expertos saben que el alcance del problema es mucho mayor pero permanece oculto porque ellas beben en secreto y en solitario.
La mayoría de los estudios sobre el alcoholismo femenino están referidos a mujeres que han acudido a centros de asistencia y rehabilitación y coinciden en la descripción de un determinado perfil de alcohólica: mujer de entre 35 y 50 años, con una media de 10 años transcurridos entre la edad en que aparecen los problemas y la llegada al centro de tratamiento, lo que indica el encubrimiento que impide la detección precoz del problema.
¿Cuánto es demasiado? Todo lo que supere los 100 g de alcohol a la semana ( unas 8 consumiciones). Sin embargo, en un contexto como el nuestro, altamente permisivo, es difícil reconocer cuándo se han rebasado los límites de lo preocupante. Por eso los especialistas de la OMS han desarrollado el test AUDIT (Alcohol Use Disorders Identification Test, por sus siglas en inglés) para detectar el consumo excesivo a través de preguntas como estas: ¿Con qué frecuencia has sido incapaz de parar de beber una vez que has empezado? ¿Algún familiar, amigo o profesional sanitario han mostrado preocupación o te han sugerido que dejes de beber? ¿Has tenido remordimientos después de haber bebido? ¿Cuántas veces no pudiste cumplir con tus obligaciones por este motivo? Si las preguntas te dan que pensar no lo tomes a broma y completa el test AQUÍ.