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En España, el 21% de la población femenina es fumadora y este es un dato preocupante. “Además, la edad de inicio es la más temprana de Europa y el consumo de tabaco ha aumentado en adolescentes de 14 a 18 años”, expone la dra. Regina Dalmau, presidenta del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo.
Todos los datos muestran que mientras la cifra de hombres que fuman se ha estancado, el de fumadoras sigue creciendo pero es que, además, ellas fuman de forma distinta y por motivos diferentes al de ellos. “ Las mujeres suelen relacionar el tabaco con seguridad y autoestima. Además, la sociedad las exige que sean superwoman, lo que hace que en muchas ocasiones busquen una vía de escape en el tabaco. Y es muy difícil que aprecien lo peligroso que es”, asegura la dra. Mª Luisa Romero García, coordinadora de deshabituación tabáquica. Es hora de romper con las falsas ideas que atrapan al público femenino y, de paso, aprovechar ese impulso para dejar de fumar. ¿Estás preparada?
Es un hecho: el tabaco acelera el metabolismo, lo que significa que consumimos calorías aunque no hagamos nada para ello (unas 180 al día aproximadamente). Además, fumar tiene un efecto saciante y reduce el apetito. ¿Y qué sucede cuando dejamos de hacerlo? Pues que ese metabolismo que estaba acelerado vuelve a su ser y se produce una ganancia de peso. “Esa asociación entre tabaco y un menor peso sigue siendo la principal causa por la que muchas chicas adolescentes empiecen a fumar y esta relación continúa siendo el motivo para mantener el consumo entre las mujeres”, asegura el dr. Josep María Ramón Torrell, jefe de la Unidad de Tratamiento del Tabaquismo del Hospital Universitario de Bellvitge.
¿Qué hacer? Relativiza esos kilos que vendrán porque la mayor parte del peso que se gana por dejar de fumar no proviene de nuestro metabolismo funcionando a un ritmo normal, sino de la ansiedad que provoca el despedirnos de la nicotina. “De promedio al dejar de fumar se ganan entre tres y tres kilos y medio. Ahora bien, si no controlamos la ansiedad esta ganancia de peso se ve muy incrementada porque se come como se fumaba, compulsivamente. Por esto es tan importante asesorarse sobre tratamientos que ayuden en la retirada de la nicotina”, explica el dr. Josep María Ramón Torrell.
Si vas a dejar de fumar, además de pedir tratamiento conductual para enseñarte a manejar la ansiedad, acude a un nutricionista que diseñe una dieta que incluya alimentos antinicotina. Un estudio de la Universidad de Duke (EE.UU.) ha revelado que una alimentación rica en frutas y verduras (especialmente si contiene brócoli, coliflor, kiwi, plátano, manzana, espinacas, zanahoria, calabaza y apio) facilita el abandono del tabaco porque hace que este sepa peor; mientras que la carne, el alcohol o el café tienen el efecto contrario.
Tampoco está de más que incluyas en tu dieta avena (su selenio contribuye a e liminar la nicotina del organismo) y pimienta de cayena, cuyos antioxidantes ayudan a limpiar los pulmones.
“Existen dos diferencias entre fumadores y fumadoras: una es la preocupación por el peso; la otra es el contexto social. La mujer es más fumadora social que el hombre”, asegura el dr. Josep María Ramón Torrell. Ese componente social del tabaco hace que muchas españolas solo fumen cuando salen de casa o los fines de semana o en actividades sociales y por ello no se consideren como tales. Error. “El tabaco es el clásico asesino consentido y la mayoría de los fumadores piensa lo mismo: si no me encuentro mal, por qué lo voy a dejar. Pero es una droga como cualquier otra, el daño que ocasiona no es inmediato y aunque no seas consciente de él es innegable a largo plazo. Desafortunadamente, por culpa de ello a consulta nos llega cada vez menos el perfil de paciente que aún está sano y más el que ya está enfermo”, asegura la dra. Cristina García Quero, responsable de la Unidad de Tabaquismo del Hospital Universitario de La Paz, de Madrid.
¿Qué hacer? Desengáñate: aunque solo te fumes uno al día eres fumadora. Puede que aún no aprecies los efectos negativos, pero están ahí. Un ejemplo: fumar un único cigarrillo produce un aumento de la tensión arterial y una elevación de la frecuencia cardiaca de 10 a 15 latidos por minuto.
Sentimos llevarte la contraria, pero te equivocas. De hecho, la realidad es que las garantías de éxito de las tentativas en solitario para abandonar el tabaco son tan solo de un 5%. “Estamos hablando de una adicción por mucho que nos cueste catalogarlo como tal. El listado de síntomas que produce la abstinencia de la nicotina es enorme. Pero si dejamos de fumar con supervisión vivimos ese proceso desde la tranquilidad”, advierte la dra. García Quero.
¿Qué hacer? Pedir ayuda a un profesional sanitario e involucrar a tu entorno en tu decisión de dejar de fumar. Si tenemos apoyo sanitario y familiar las probabilidades de dejar de fumar se multiplican por cuatro. Para lograr ayuda profesional basta con que acudas a tu médico o a una unidad de tabaquismo. En estas unidades se cuidan los dos pilares que más probabilidades de éxito aportan: “Las evidencias actuales nos dicen que la combinación de consejo profesional, tratamiento farmacológico para controlar los síntomas de la retirada de la nicotina (por medio de terapia sustitutiva de nicotina o fármacos) y tratamiento conductual (ayudar al fumador a superar las relaciones entre fumar y hábitos) es lo que mejor funciona”, asegura el dr. Ramón Torrell.
Fumar es una de las causas de las enfermedades que afectan a los vasos sanguíneos del corazón, el cerebro y las extremidades. Esta situación se agrava si la mujer toma anticonceptivos orales.
Las fumadoras también tienen mayor riesgo de padecer enfermedad pulmonar obstructiva crónica que los hombres.
El consumo de tabaco está relacionado con el cáncer de útero, laringe y vejiga. Pero el más alarmante es sin duda el de pulmón que está creciendo entre la población femenina. Los expertos aseguran que se convertirá en la primera causa de muerte en las mujeres en los próximos años.
Quizá te encuentres en el extremo opuesto al anterior y pienses que dejar de fumar es poco menos que imposible. O a lo mejor lo has intentando tantas veces que crees que ya no merece la pena un intento más. No te sientas mal, porque no eres la única. De hecho, la mayoría de los fumadores lo intentan hasta dos veces (66%) antes de conseguirlo de manera definitiva, según el estudio Rompe con la nicotina de Pfizer. “Dejar de fumar es difícil, pero no imposible. Nosotros siempre lo decimos y lo recalcamos porque hay que ser realistas, pero se puede conseguir y los beneficios son innumerables”, explica la dra. Cristina García Quero.
¿Qué hacer? Tu tabla de salvación se llama Terapia Sustitutiva con Nicotina que permite recibir en el organismo la nicotina que dejas de “fumar” aportándola por otras vías (a través de chicles, inhaladores, parches, sprays nasales...). El truco está en que sea un especialista quien calcule una cantidad de nicotina suficiente como para evitar el síndrome de abstinencia en tu caso, pero en una dosis que no provoque adicción.
La novedad en este campo es que se ha comprobado que es más eficaz combinar varios tipos de soporte de nicotina que aportar una dosis grande de la misma. Por ejemplo, se dan mayores tasas de éxito si se emplean parches de nicotina, que son un instrumento de liberación lenta de nicotina, muy útiles para llevarlos puestos mientras se duerme; con otros de liberación rápida (como las pastillas, los sprays, los chicles y los comprimidos sublinguales) que simulan mejor en el organismo los “picos” de nicotina a los que está acostumbrado el fumador y que, además, le permiten sentir que controla de alguna forma la situación. Este sistema combinado se recomienda especialmente en personas que fuman más de 20 cigarrillos al día, han sufrido recaídas o han intentado dejar de fumar varias veces y han fallado
Casi un 50 % de las fumadoras continúan siéndolo durante el embarazo. Lo peor es que muchas de ellas aún creen que por fumarse un par de cigarrillos no pasa nada o que dejarlo durante el embarazo “estresará” a su futuro bebé. Pero no es así. “Fumar durante el embarazo produce que los bebés puedan nacer con bajo peso, baja capacidad funcional pulmonar y, en ocasiones, alteraciones cardíacas”, apunta la dra. Mª Luisa Romero. No son los únicos problemas. La nicotina disminuye el grosor de los vasos sanguíneos de la madre lo que se traduce en un mayor riesgo de parto prematuro, aborto o alteraciones en la placenta.
¿Qué hacer? Aprovechar el momento utilizando los recursos a nuestro alcance. Lo mejor es intentar dejar de fumar con terapia conductual apoyada, por ejemplo, con sesiones de hipnosis. Eso sí, la a propia Asociación para el Avance de la Hipnosis Experimental y Aplicada advierte que esta técnica sirve de ayuda y nunca logra resultados en una única sesión.
Si con el apoyo psicológico no se logra nada la Sociedad para la Investigación de la Nicotina y el Tabaco estadounidense recomienda usar terapia de reemplazo de nicotina. Se considera segura durante el embarazo siempre que esté revisada por el médico. En este caso se pueden usar formulaciones de administración intermitente o parches durante 16 horas.
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