¿Conoces cuántos tipos de azúcar existen?

El azúcar, nombre común de la sacarosa, es el enemigo número uno de todas nuestras recetas y por eso intentamos evitarlo a toda costa en las etiquetas de cualquier producto que se autodenomine saludable.

Sin embargo, ya que hay tanto por endulzar, será mejor que nos empapemos de sus variedades para hacer la mejor elección desde el conocimiento.

Este disacárido formado por glucosa y fructosa, que proviene de la caña de azúcar, se empieza a distorsionar desde el momento en que se somete a procedimientos industriales. De esta forma, se obtienen los granos cristalizados que todas conocemos. Ahora bien, los hay más o menos procesados y ahí está la clave. Aquí tienes algunos de los tipos de azúcar que deberías conocer para poder elegir (por el bien de tu alimentación y por tanto de tu salud).

El azúcar blanco. El que más se usa en repostería. Este se somete a un proceso de purificación química para refinarlo al máximo, eliminando cualquier resto de melaza de su superficie. Existen varias formas de presentación dependiendo de su blancura y del tamaño del grano (perlado, fino, glass, en polvo…). Este sería el menos saludable de todos porque no tiene ningún aporte nutricional. De hecho, algunos estudios confirman que, “el consumo elevado de azúcar blanco se relaciona con enfermedades como sobrepeso y obesidad, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares, entre otras”.

El azúcar moreno. Aunque también está refinado, este se somete a menos procesos industriales que el anterior, lo que permite conservar restos de melaza en su superficie, que le dan su característico tono marrón caramelo. Dependiendo del grado de refinamiento, su color será más o menos intenso. Contiene menos sacarosa que el blanco y más porcentaje de melaza. De ahí que esté considerado más natural y sano.

Panela o azúcar de caña sin refinar. Se obtiene a partir de la evaporación de los jugos de la caña y la posterior cristalización de la sacarosa. Es decir, no está sometido a ningún tipo de procesado, de modo que conserva sus nutrientes propios de la caña de azúcar. Además, su aporte calórico es algo más bajo que el del refinado. Aún así, no se nos debe ir la mano con la panela porque sigue siendo un alimento calórico.

La fructosa. Es el azúcar natural que proviene de las frutas y algunas verduras. En la actualidad se sabe que la fructosa (procesada) favorece el aumento de apetito y por tanto provoca una "adicción a nuestro cuerpo" que hace que queramos consumirla.

Sirope de ágave. Proviene del ágave, una planta de México. Pero tras el proceso de refinamiento al que se somete, desgraciadamente pierde las propiedades nutricionales de la planta. Se queda, por tanto, en un simple edulcorante refinado, cuyo consumo se recomienda moderar por ser considerado un azúcar procesado.

Jarabe o Sirope de Arce. Proviene del néctar que lloran los arces y su principal productor es Canadá. Mediante una serie de perforaciones para poder extraer la savia del arce, se extrae lo que da lugar a un líquido que cocinado a unos 40 grados se consigue solidificar dando lugar a un jarabe o sirope. Posee la mitad de calorías que el azúcar blanco y está compuesto de antioxidantes y compuestos antiinflamatorios. Una buena alternativa como edulcorante para las comidas.

Melaza. Es líquido y denso de un color dorado, parecido a la miel, que se obtiene de la separación del azúcar de caña integral del jugo de caña de azúcar. Es una buena alternativa para endulzar ya que no ha sido procesada y está repleta propiedades beneficiosas para nuestra salud como los minerales y las vitaminas.

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