Desde hace años nos han dicho que para adelgazar es necesario eliminar las grasas de la dieta. Los productos ‘light’ tuvieron un gran boom comercial, los nutricionistas recomendaban menús libres de grasas, y los productos y anuncios de la tele secundaban esa premisa. Pero esa afirmación ha quedado obsoleta al demostrarse que eliminar las grasas de la dieta no es la mejor forma de adelgazar.

La idea de que las grasas son ‘malas’ y que deberíamos limitar su consumo, sobre todo si queremos mantener una buena salud y también adelgazar, es una imagen anticuada que defendía que la ingesta de grasa acumulaba más grasa en el cuerpo.

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Nuestro cuerpo está preparado para el consumo y el metabolismo de grasa, funcionando con ella de manera óptima. Ya nuestros ancestros tomaban en su dieta vegetales, carne, frutos secos, frutas… tenían una alimentación alta en grasas y proteínas y, por tanto, nuestro metabolismo está adaptado perfectamente a este tipo de dieta. Sin embargo, hoy en día, el modelo alimenticio es lo opuesto y nunca el ser humano ha tenido más enfermedades crónicas, autoinmunes y debilitantes en general. Una dieta baja en grasas no sería la más saludable para el organismo si miramos a nuestros orígenes evolutivos donde el consumo de carbohidratos era muy bajo.

Dieta alta en grasa vs dieta baja en grasa

Las grasas saludables aportan un gran valor nutricional ya que ayudan a construir las membranas celulares, hormonas, facilitan la absorción de los nutrientes y se les considera unos poderosos agentes antivíricos por su contenido en ácido caprílico.

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Una dieta baja en grasa hace que el cuerpo queme carbohidratos como granos o azúcares que provocan alteraciones hormonales que pueden ser el detonante de enfermedades. Si estos alimentos se combinan con vegetales y grasas saludables se contrarresta este efecto.

El mito de contar calorías y la salud cardiovascular

Llevamos años contando calorías cuando resulta que la incidencia en el peso es irrelevante frente al impacto que puede tener sobre la salud dependiendo de su fuente. Según el Dr. Robert Lustig, “la fructosa es isocalórica pero no isometabólica”, es decir, puedes hacer una comida en la que combines fructosa con proteína, fructosa con grasa o fructosa con glucosa, en la que las calorías del plato sean prácticamente idénticas pero sin embargo el efecto metabólico será muy diferente en cada caso. Es por este tipo de observaciones por lo que se le ha comenzado a dar más importancia al valor nutricional de los alimentos que a las calorías en sí mismas.

Es verdad que las grasas saturadas cuentan con una buena cantidad de calorías, sin embargo, en una dieta saludable y equilibrada, no llevan indefectiblemente a engordar ni a padecer problemas cardiovasculares. Además, las grasas son saciantes y no provocan picos de insulina manteniendo los niveles de glucosa en sangre por lo que ayudan en el control de peso de forma eficaz.

Vídeo. Pincha en la imagen para conocer siete alimentos que te ayudarán a adelgazar / pixabay

En 2010 por ejemplo, un meta-análisis publicado en el American Journal of Clinical Nutrition, revisó 21 estudios que intentaban relacionar el consumo de grasas saturadas con el riesgo de enfermedades cardiacas y la conclusión fue que “No existe evidencia significativa para concluir que la grasa saturada alimentaria se asociara con un mayor riesgo de enfermedades del corazón.” De hecho, los expertos recomiendan un consumo de grasa saludable de al menos un 50% del total de la alimentación para mantener una buena salud.

Muchos estudios han relacionado el aumento de la tasa de obesidad con un alto consumo en carbohidratos y azúcares, alimentos que provocan un repentino incremento de glucosa en sangre que hace que el cuerpo almacene ese exceso de azúcar en forma de grasa y que, además, al bajar ese pico de azúcar, provoca ansiedad por seguir comiendo al no estimular la leptina (hormona de la saciedad), por lo que la ingesta de calorías se incrementa también, convirtiéndose en un ‘círculo vicioso’. Así los carbohidratos serían el factor principal que determinaría la proporción de grasa en el cuerpo y no la ingesta de grasas saludables.

Fuentes de grasas saludables

Puedes encontrar las beneficiosas grasas saludables en alimentos como aceitunas, aguacate, aceite de oliva, aceite de coco, semillas, huevos, carne de pasto… Dentro de un buen plan de dieta te van a llevar a tener un menú saludable que va a promover tu longevidad y tu salud global, razones más que de sobra para perderle el miedo a las grasas para siempre.

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