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Hoy en día acumulamos muchas sustancias nocivas y toxinas en nuestro cuerpo que hay que eliminar para mantener un óptimo estado de salud, y no solo eso, el calor y sudar tiene muchos más beneficios que puede que aún desconozcas. Te damos las razones por las que deberías plantearte incorporar la sauna a tus rutinas saludables.
Según la dra. Isabel Belaustegui “Elevar la temperatura corporal mediante sesiones de sauna te ayuda a mejorar el rendimiento deportivo, te da mayor resistencia al esfuerzo, una mayor ganancia de masa muscular y una mayor tolerancia al estrés, además de tener un efecto saludable en todo el organismo.”
Estas afirmaciones desmontarían el mito de que la exposición al calor agravaría el cansancio o reduciría la resistencia al ejercicio físico. De hecho, se ha observado que la exposición al calor mediante sesiones de sauna, induce al organismo a llevar a cabo una serie de adaptaciones que llevan a reducir el esfuerzo y mejorar el rendimiento deportivo.
Según la dra. Rhonda Patrick, la sauna optimiza los mecanismos encargados de controlar la temperatura corporal durante el ejercicio, elevando a tasa de sudación y la sensibilidad al sudor, es decir, sudas antes y eso hace que se reduzca la temperatura corporal durante el entrenamiento.
La exposición al calor aumenta el número de glóbulos rojos en sangre, que son los encargados del transporte de oxígeno, así como el flujo sanguíneo. Esto implicaría una mayor eficiencia en el transporte de oxígeno a los músculos así como un consumo menor de glucógeno, explica la experta. Por este hecho se reduce también el lactado (descomposición de glucógeno) en sangre y en el músculo durante el ejercicio.
También aumentaría el volumen de plasma sanguíneo por lo que llegaría más cantidad de sangre al corazón que requerirá un menor esfuerzo de bombeo y una menos frecuencia cardiaca. Esto hace que tu resistencia mejores cuando la temperatura corporal vuelva a elevarse.
La sauna favorece el desarrollo muscular ya que reduce la degradación de proteínas. Estas proteínas protegen del daño al músculo causado por el estrés. También se ha observado en estudios de laboratorio que las sesiones de sauna contribuyen a la liberación de la hormona del crecimiento (GH)
Pero no por la razón que puede ser la más evidente como puede ser la pérdida de agua, lo que hace esta elevación de la temperatura corporal es que aumenta la sensibilidad a la insulina, manteniendo los niveles de glucosa sangre estables y evitando la acumulación de grasa en el organismo.
En animales incluso se ha observado que aumentaba su esperanza de vida, así que si esto se diera en humanos sería un elemento a tener en cuenta para lograr una mayor longevidad. Aunque su capacidad de alargar la vida no está demostrada sí que lo están sus propiedades para aportar felicidad e incluso inteligencia.
Aumenta los niveles y la producción de norepinefrina (una de las llamadas hormonas de la felicidad que interviene en las habilidades cognitivas), y de prolactina (se encarga de reparar fibras nerviosas dañadas). También se incrementa la secreción de BDNF una hormona que interviene en la capacidad de aprendizaje y que ayuda a disminuir los niveles de ansiedad.
Como verás la sauna no solo te va a ayudar a depurar el cuerpo eliminando toxinas y sustancias de deshecho por el sudor, también es un buenísimo complemento para mantener un estado de salud envidiable. Así que, si aún no incluías en tus rutinas semanales sesiones de sauna, tal vez sea hora de que te lo plantees, seas o no deportista.
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