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¿Alguna vez te has preguntado qué es esa cosa blanca que ponen en los restaurantes japoneses para acompañar al sushi o a la sopa de miso? Si te ha pasado: eres de las nuestras. Años y años comiéndolo sin saber que se trataba de un rábano blanco.
Vivíamos en la ignorancia, hasta que decidimos abrir los ojos (y el paladar) a la par que poníamos un rábano blanco en nuestras vidas. De origen japonés, el daikon se cultiva por todo el mundo en la actualidad y tiene un sabor ligeramente picante. Se puede comer tanto en crudo como cocinado y se ha convertido en la última estrella de la red por sus beneficios.
Además, tiene muy pocas calorías por lo que si estás en plena operación bikini puede convertirse en tu perfecto aliado para bajar de peso.
El rábano blanco es perfecto si lo que deseas es digerir comidas pesadas, ya que regula el tránsito intestinal y alivia la acidez del estómago.
Si atendemos a las propiedades tradicionales de esta hortaliza, el jugo del rábano puede ayudar a combatir diversos tipos de migrañas e inflamaciones, por lo que añadirlo a tus platos será siempre un pro. Su alto contenido en Vitamina A y en hierro hacen que sea el compañero perfecto para darle un poco de vida a tus platos.
Es muy sencillo. Solo necesitas lavarlo y cortarlo en trozos. Si lo vas a comer crudo puedes utilizar incluso la parte verde y hacer una ensalada con mango y rúcula, perfecta para el verano (y para el tupper). ¿Quieres un snack saludable? Lo puedes comer como crudité y untarlo tanto en hummus como el guacamole.
Si prefieres incorporarlo en sopas, córtalo muy muy fino. Y si lo vas a introducir en arroces o risottos, la mejor opción es rallarlo para que le de un toque crunch y se mezcle con el grano.
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