Antes de la revolución industrial, el mercurio presente en el mar no era significativo, ya que solo llegaba a él por procesos naturales. La situación cambió cuando esta sustancia se comenzó a utilizar en la industria y sus residuos empezaron a llegar al mar. Allí, su estructura cambia y se convierte en metilmercurio, una molécula que se adhiere a peces y moluscos y que es tóxica para los seres humanos. Sin embargo, la cantidad que llega a cada pez no es la misma, pues depende de varios factores como el nivel de exposición a los mismos y la composición de cada pez. Así, un pez que se alimenta de otros peces que tienen una pequeña cantidad de mercurio, tendrá más cantidad de esta sustancia. Además, el mercurio parece adherirse mejor a los tejidos grasos, por lo que los pescados azules suelen presentar más cantidad.
Por todo ello, hay pescados cuyo nivel de mercurio es mucho mayor que el de otros. ¿Eso significa que debemos eliminar su consumo? Según la Autoridad Europea para la Seguridad de los Alimentos (EFSA), no. Esto es así porque, a pesar de que un consumo semanal por encima de 1,3g (microgramos de metilmercurio) por kilo corporal y 4g de mercurio inorgánico es perjudicial, estos pescados contienen grandes beneficios para la salud. De esta forma, la solución pasa por limitar el consumo de especies con alto contenido de metilmercurio, pero no eliminarlas.
No obstante, esta recomendación no es válida para todos, pues en el caso de las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, así como los niños menores de tres años, sí que es recomendable evitar su consumo. Y en niños de entre 3 y 12 años limitarlo a 50g por semana, como indican desde AECOSAN . Para este colectivo, más vulnerable a la toxicidad, lo mejor es aumentar el consumo de pescados bajos en metilmercurio y dejar a un lado los de alto contenido. Y bien, ¿cuáles son esos pescados?
El pez espada es un depredador muy veloz que consume gran cantidad de peces al día, por lo que la cantidad de mercurio que se acumula en su organismo de forma diaria es elevada. Como contrapartida, este pescado semigraso es bajo en calorías y es una buena fuente de vitamina B12 y B6.
Se trata del principal depredador del mar, de hecho, su única amenaza es el ser humano. Esto hace que su ingesta de mercurio sea de las más elevadas. Se trata de un pescado semigraso con niveles interesantes de vitamina A y E, pero en general, sus propiedades nutricionales no son destacables frente a las otros pescados.
El atún rojo es otro de los cazadores más veloces del mar y se alimenta de peces más pequeños, crustáceos y cefalópodos. Además, se trata de pescado azul, por lo que su composición grasa puede permitir mayor acumulación de metilmercurio. Quizá es el más preocupante de la lista porque el consumo de este es más elevado, sin embargo, si se limita a las recomendaciones ya indicadas, no tiene por qué suponer problema. De hecho, es una gran fuerte de ácidos grasos omega 3 y proteínas, así como de vitamina D y B12. Además, es importante señalar que se trata del atún rojo, de mayor tamaño, y no de otros atunes como el claro, cuyo contenido de mercurio es menor.
Este pez de río es de grandes dimensiones y al igual que los anteriores, es un gran depredador. De hecho, se alimenta de especies de todo tipo, por lo que además de contener dosis elevadas de mercurio, en España es considerado como una especie exótica invasora.
En definitiva, se trata de reducir el consumo de los pescados con mayor cantidad de metilmercurio y consumir otros pescados con menor cantidad (salmón, merluza, sardinas, lenguado…), pues como explican desde AESAN, es una parte importante de la dieta por su aporte de proteína, ácidos grasos omega 3 y vitaminaas A, D, E, B6 y B12.
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