Si había algo que nos hacía famosos mundialmente (después de la paella, el flamenco, el Mediterráneo, Julio Iglesias...) era nuestras siestas. Esos minutos de descanso después de la hora de comida que nos daban la vida. Pero lo cierto es que desde hace décadas que por el ajetreo diario y las exigencias de la globalización perdimos (nos obligaron) a abandonar las siestas.
Según Fundación corazón 6 de cada 10 españoles no duermen nunca la siesta. Recientes investigaciones han señalado que en los últimos cien años, además, hemos perdido, al menos, dos horas diarias de sueño. Por eso, la costumbre de la siesta, que solo practica en España un 16,2% de la población, según la Fundación de Educación para la Salud del Hospital Clínico San Carlos y la Asociación Española de la Cama (Asocama), podría ayudarnos a recuperar el sueño perdido y asegurarnos un ritmo de vida más sano.
Dormir una siesta corta, de no más de media hora o 45 minutos se ha demostrado que ayuda a la recuperación de nuestro corazón y arterias después del estrés y esfuerzo realizado tras una jornada de trabajo intensa. Pero tiene otros beneficios:
- Reduce la tensión arterial . Un estudio del Allegheny College de Pennylvania (EE.UU.) realizado a 85 universitarios sanos ha demostrado que quienes duermen una siesta diaria de entre 45 minutos y una hora ven disminuir su presión arterial y su ritmo cardiaco.
- Facilita el aprendizaje. Un estudio de la Universidad de Berkeley asegura que quienes duermen la siesta rinden más por las tardes y aumentan en un 10% su capacidad de aprendizaje. El sueño, dicen, permite afrontar nuevos conocimientos y fijar los ya adquiridos.
- Aumenta la concentración. Existen numerosos estudios que demuestran que la siesta contribuye a mejorar cualquier tarea que suponga recordar listas de palabras o de objetos. El sueño facilita el almacenamiento de la memoria a corto plazo y deja espacio para nuevos datos.
- Estimula la creatividad. Un equipo de neurólogos de la Universidad de Georgetown ha comprobado que la siesta aumenta la creatividad.
- Mejora los reflejos. Un estudio de la NASA a 747 pilotos demostró que aquellos que dormían una siesta diaria de 26 minutos cometían un 34% menos errores en el trabajo y duplicaban sus niveles de alerta.
- Fomenta la positividad . Otro estudio de Berkeley dice que los individuos que duermen la siesta y pasan por la fase REM aumentan su receptividad ante la expresión facial de felicidad.
- Mejora el estado de ánimo. La serotonina es un neurotransmisor que regula el sueño, el apetido y el estado de ánimo. Y dormir inunda nuestro cerebro de serotonina, lo que nos proporciona una sensación de satisfacción y bienestar.
- Imprescindible para crecer: La doctora María Sainz, jefa del Servicio de Medicina Preventiva del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, tiene claro que si tuviera que prescribir la siesta como tratamiento obligatorio a alguien, no duda que sería a dos grupos: bebés y adolescentes. Su desarrollo depende, en buena medida, de la cantidad de horas que duerman. "Hasta los dieciocho o veinte años es imprescindible, porque el cuerpo está en plena progresión y la hormona del crecimiento solo se libera cuando se descansa", explica.
Leon Lack, profesor de psicología de la Universidad Flinders, en Australia, sugiere hacer siestas de 10 minutos de sueño. Según el médico una pausa rápida es más efectiva que una de media hora, según comprobó en un grupo de 24 voluntarios a los que sometió a tareas de agilidad mental tras el descanso. Los que duermen más se tardaron más en despertarse.
En conclusión, dormir una siesta corta, no mayor a media hora, no es sólo útil para recuperar el tiempo de sueño perdido tras una noche ajetreada, sino que parece un hábito saludable y recomendable para todas las personas que puedan hacerla.
20 de enero-18 de febrero
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